Pesos pesados (1995)

“Pesos pesados” (Heavy Weights) no es una película que busca romper paradigmas ni desafiar convicciones. Más bien, se presenta como un estudio de personajes en un contexto peculiar y, en ocasiones, ligeramente absurdo. La premisa, que gira en torno a un campamento de verano para niños con sobrepeso, donde un nuevo y excéntrico propietario –interpretado con una intensidad casi perturbadora por David Patrick Kelly– pretende revolucionar la vida de los pequeños, ofrece un terreno fértil para la observación social y la exploración psicológica. La película, dirigida por Phil Barrosh, logra un tono inquietante, pero no llega a ser una obra maestra; más bien, es un ejercicio de tensión constante que se construye poco a poco, como una trampa sutil.

La dirección de Barrosh es efectiva en la creación de una atmósfera opresiva y claustrofóbica. El campamento, aislado en medio del desierto, se convierte en un microcosmos de angustia y desesperación. La fotografía, fría y desaturada, contribuye a ese ambiente hostil. Sin embargo, la película carece de un ritmo narrativo definido. Hay momentos de gran tensión –la creciente paranoia del nuevo director, la búsqueda desesperada de los niños por parte de los padres– que se alternan con pasajes más lentos, que dificultan la conexión emocional con los personajes. La banda sonora, por su parte, es un elemento inquietante pero a veces repetitivo, que no logra generar el impacto deseado.

La película destaca por las actuaciones, especialmente la de David Patrick Kelly. Kelly ofrece una interpretación magistralmente aterradora como el Dr. Edward Loomis, el nuevo director. Su obsesión por la salud y la forma física es tan palpable que se vuelve casi sobrenatural. Sus personajes secundarios, como los niños y sus padres, están bien representados, aunque algunos de ellos carecen de la profundidad necesaria para desarrollar plenamente sus motivaciones y conflictos. Es especialmente interesante la manera en que la película explora las complejas relaciones familiares, los secretos y las frustraciones que subyacen a las apariencias.

El guion, aunque ambicioso en su planteamiento, presenta algunos vacíos. La película aborda temas importantes como la obesidad infantil, la presión social, la autoestima y la influencia de los medios de comunicación, pero no siempre lo hace con la sutileza y el análisis crítico que se esperarían. A veces, la película se inclina hacia el melodrama, lo que resta fuerza a la reflexión. La resolución del conflicto final, aunque lógica, resulta algo abrupta y simplificada. El film intenta insinuar que la verdadera problemática no reside en la apariencia física, sino en las dinámicas sociales que rodean al tema de la obesidad, pero la forma en que lo presenta no es la más efectiva.

Nota:** 6/10