Peter Rabbit 2: A la fuga (2021)

“Peter Rabbit 2: A la fuga” es una secuela que, en lugar de reinventarse, opta por un enfoque más familiar y, en cierto modo, más satisfactorio para aquellos que disfrutaron del original. La película no busca romper con las expectativas, sino fortalecerla, construyendo sobre los cimientos ya establecidos de la comedia familiar y la aventura. El director Chris Perkins se mantiene fiel a la estética visualmente vibrante y colorida que marcó la primera entrega, creando un mundo rural atractivo y lleno de detalles, aunque, en ocasiones, un poco recargado visualmente.

La trama, si bien predecible, ofrece un buen equilibrio entre la fantasía y la crítica social. La idea de que Peter, el conejo travieso, se encuentra en un lugar donde sus travesuras son valoradas, establece una interesante dicotomía con el mensaje subyacente sobre la importancia de la familia y el hogar. Sin embargo, el guion, a veces, se ve afectado por un ritmo irregular. Hay momentos de comedia genuina que funcionan a la perfección, especialmente en las interacciones entre Peter y Benjamin, el joven que le sigue a todas partes, pero también hay secuencias que se alargan innecesariamente, perdiendo parte de su impacto cómico. El desarrollo de los personajes secundarios, como Florence y Mr. McGregor, aunque presentes, no aprovechan todo su potencial para añadir profundidad a la narrativa.

Las actuaciones son sólidas y consistentes. Warwick Davis, como Peter Rabbit, regresa con un carisma contagioso y una habilidad innegable para dar vida a un personaje que, inherentemente, es un torbellino de caos. Olivia Colman, de nuevo, aporta un toque de sarcasmo y ternura a su papel como Rose, la madre de Peter, con un timing cómico impecable. James May es un descubrimiento, ofreciendo una interpretación sorprendentemente conmovedora de un Mr. McGregor que lucha por superar sus viejos rencores. En general, el elenco se complementa a la perfección, creando una dinámica familiar convincente.

Uno de los puntos fuertes de la película es su capacidad para combinar el humor infantil con toques de crítica social sutiles. El conflicto entre Peter y la sociedad de los conejos rebeldes, que se aferran a la tradición y la jerarquía, refleja, a un nivel superficial, las tensiones generacionales y la resistencia al cambio. La película, en definitiva, no es una obra maestra cinematográfica, pero sí una divertida y agradable opción para una tarde en familia. La animación es impecable, los efectos visuales están bien integrados y la banda sonora es efectiva, contribuyendo a crear una atmósfera ligera y alegre. Sin embargo, la película no se atreve a arriesgarse demasiado y se mantiene dentro de los límites de lo seguro, perdiendo la oportunidad de sorprender al espectador con algo realmente original.

Nota: 7/10