Petite maman (2021)

“Petite maman” no es una película que te golpea con una narrativa dramática impactante. En lugar de ello, te envuelve con una delicadeza casi palpable, construyendo un universo emocional sutil y profundamente conmovedor. La película de Céline Sciamma, aclamada en festivales internacionales, se centra en la pérdida, el duelo y la conexión infantil, ofreciendo una experiencia cinematográfica que invita a la contemplación y a la reflexión. La película nos presenta a Nelly, una niña de ocho años que lidia con la muerte de su abuela y la confluencia de eventos que la llevan a explorar un bosque cercano, un lugar que para ella se convierte en un portal al pasado y a la memoria de su madre.

La dirección de Sciamma es magistral. Evita el melodrama expositivo, optando por un lenguaje visual que transmite más de lo que dice. Las tomas largas, la fotografía con predominio de tonos tierra y la iluminación natural, crean una atmósfera onírica y sugestiva. La película se mueve con una lentitud deliberada, permitiendo que el espectador se sumerja completamente en el mundo de Nelly. La banda sonora, compuesta por Nils Frahm, complementa perfectamente la atmósfera, amplificando las emociones sin resultar invasiva. La película no busca explicaciones, sino que se basa en la experiencia sensorial y la intuición.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Amandine Sénéchal, como Nelly, ofrece una interpretación conmovedora y natural. Su evolución a lo largo de la película es palpable, desde la tristeza inicial hasta la alegría y la conexión que encuentra en el bosque y en su nueva amiga. La interpretación de Lucie Broch, quien interpreta a la otra niña, es igualmente convincente, capturando la inocencia y la curiosidad de la infancia. La relación entre ambas niñas se desarrolla de una manera creíble y auténtica, y se convierte en el corazón de la película.

El guion, de Sciamma y Charlotte Ramus, es excepcionalmente inteligente. La película no se aferra a clichés sobre la pérdida o al sentimentalismo barato. En cambio, explora la forma en que los niños procesan el duelo y cómo encuentran consuelo en la naturaleza y en la imaginación. El secreto que las niñas desvelan no es una revelación grandiosa, sino algo mucho más íntimo y significativo: la capacidad de las niñas para comprender y honrar la memoria de su madre a través de la conexión con el pasado. La película sugiere que el duelo no es un proceso lineal, sino un viaje continuo de descubrimiento y aceptación. Es una exploración sutil pero poderosa de la memoria, el amor y la pérdida.

En definitiva, "Petite maman" es una película que trasciende el género dramático, convirtiéndose en una obra de arte cinematográfica que apela a la sensibilidad y a la capacidad de ver el mundo a través de los ojos de un niño. Es una película que te quedará grabada en la memoria mucho después de que terminen los créditos.

Nota: 8.5/10