Phantasma (1979)

“Phantasma” (Phantom, 1991) de Robert Zemeckis es una experiencia cinematográfica inquietante y, en retrospectiva, sorprendentemente presagística. La película, a menudo olvidada en la filmografía del director, no solo es un ejemplo temprano y efectivo de efectos especiales prácticos, sino que también presenta una narrativa fantástica con profundas resonancias sobre el luto, la pérdida y la búsqueda de significado en un mundo aparentemente desprovisto de sentido. Zemeckis logra crear una atmósfera opresiva y magnética que envuelve al espectador desde el inicio, y que persiste incluso más de tres décadas después.

La dirección de Zemeckis es magistral. Se centra en el carácter de Mike (David Gallo), un joven atormentado por la reciente pérdida de sus padres. La película se construye casi completamente a través de la óptica de Mike, lo que genera una sensación constante de desorientación y vulnerabilidad. La perspectiva subjetiva, combinada con la banda sonora evocadora de Howard Shore, intensifica el sentimiento de que estamos atrapados en la mente fragmentada de un hombre al borde de la locura. La película no busca explicaciones fáciles; en cambio, se concentra en la experiencia emocional del protagonista, dejándonos con más preguntas que respuestas. Esta ambigüedad, lejos de ser un defecto, es precisamente su mayor fortaleza.

Las actuaciones son sólidas, pero David Gallo como Mike es el punto culminante. Su interpretación es contundente y llena de matices, transmitiendo perfectamente la desesperación, la rabia y la creciente obsesión del personaje. Matt Dillon, en su papel de Jody, aporta una calma que contrasta con la agitación de su hermano, creando un interesante eje de tensión narrativa. La química entre los dos actores es fundamental para el desarrollo de la trama, y su interpretación dialogada es natural e innegablemente efectiva.

El guion, adaptado de la novela homónima de Charles Williams, es complejo y deliberadamente oscuro. Aunque la trama principal es relativamente sencilla, la película está repleta de simbolismo y referencias literarias, lo que la convierte en una experiencia rica y gratificante para aquellos dispuestos a desentrañar sus capas. La creación de las “criaturas espectrales” en la morgue, utilizando una combinación de marionetas, efectos prácticos y maquillaje, es un hito en la historia de los efectos especiales y, al mismo tiempo, funciona como un poderoso símbolo de la corrupción y la decadencia. El diseño de producción es igualmente notable, con una atmósfera gótica que evoca un pasado olvidado y una sensación de que Morningside es un lugar maldito.

Sin embargo, “Phantasma” no está exenta de fallos. Algunos momentos de la trama pueden resultar un poco lentos, y el ritmo no siempre es el más ágil. A pesar de ello, la película logra mantener el interés del espectador gracias a su atmósfera particular y su final abierto, que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la realidad y la búsqueda de la trascendencia. Es una película que te queda en la memoria, que te invita a volver a verla y a explorar sus múltiples interpretaciones.

Nota: 7/10