Phantasma II: El Regreso (1988)

“Phantasma II: El Regreso” no es, ni mucho menos, una película que se pase por alto. El segundo capítulo de la saga de David Lynch no es una secuela en el sentido tradicional; es más bien un eco, un retorno a las fuentes de lo onírico, lo perturbador y lo profundamente personal que caracterizaron a la original de 1982. Y, de alguna manera, ese regreso al espíritu de Lynch funciona sorprendentemente bien, aunque con algunas fallas que dificultan su total consagración.

La película, dirigida por Lynch, se sumerge de nuevo en la mente fragmentada y atormentada de Mike Hammer, interpretado con una intensidad magnética por Tom Schilling. Su viaje desde la institución mental hacia el mundo exterior está narrado con una sensibilidad inquietante. La dirección de Lynch es, como siempre, magistral. La cámara, a menudo encastrada dentro de la mente de Mike, se mueve con fluidez y precisión, imitando los saltos de pensamiento y la confusión de su protagonista. Se observan constantes juegos de luces y sombras, una paleta cromática rica y opaca que refuerza la atmósfera de pesadilla y la sensación de que todo es relativo y mutable. Lynch evita la explicitud, dejando que la imagen hable por sí misma, lo cual es una de las claves para generar una experiencia visual tan impactante.

El guion, aunque complejo y a menudo confuso, se centra en la persistente obsesión de Mike por el Hombre Alto, un ser de apariencia imponente y misteriosa. El interés de Mike en esta figura lo lleva a perseguir a una joven cuyo rostro aparece en sus sueños. Este elemento añadido, la aparición de esta misteriosa chica, le da a la película un nivel adicional de intriga, aunque a veces el desarrollo de esta trama secundaria se siente algo desapasionado en comparación con la exploración de la psique de Mike. El guion es deliberadamente ambiguo, y no ofrece respuestas fáciles. Se centra en la experiencia subjetiva del protagonista, en sus deseos, sus miedos y sus frustraciones. La narrativa se basa en una serie de escenas fragmentadas y yuxtapuestas que, aunque pueden desconcertar al espectador, contribuyen a la sensación de realidad distorsionada. Es una película que requiere una mente abierta y una disposición a dejarse llevar por su flujo incesante.

Las actuaciones son sólidas en general. Tom Schilling, como Mike, entrega una interpretación sobresaliente, capturando la vulnerabilidad y la desesperación de un hombre que lucha contra sus propios demonios internos. La joven actriz que interpreta a la misteriosa chica, Sasha Lwow, aporta una belleza inquietante y una presencia sutil que complementa perfectamente el personaje de Mike. Sin embargo, la actuación de algunos secundarios resulta algo plano y carente de profundidad, lo que resta un poco de dinamismo a la narrativa.

En definitiva, "Phantasma II: El Regreso" es una película provocadora, hermosa y perturbadora. No es una película fácil de digerir, pero su ambigüedad y su enfoque en la exploración de la mente humana la convierten en una experiencia cinematográfica singular y memorable. Es un homenaje a la original de Lynch, pero también es una película con su propia voz y su propio carácter.

Nota: 7/10