Pinocho (2002)

Guillermo del Toro ha regresado a los cuentos clásicos con una visión singular y profundamente conmovedora: ‘Pinocho’ (Pinocchio), su adaptación de la fábula de Carlo Collodi, es mucho más que una simple historia infantil. Este no es el Pinocho caricaturesco y alegre de Disney; Del Toro nos entrega una versión oscura, melancólica y sorprendentemente compleja, que explora temas de paternidad, identidad, la fugacidad de la infancia y el precio de la desobediencia. La película se aleja radicalmente del espíritu festivo y optimista de sus predeces en el género, priorizando la atmósfera y las emociones sobre los efectos especiales ostentosos.

La dirección de Del Toro es magistral. El director construye un mundo visualmente rico y cautivador, dominado por tonos sepia y ámbar que evocan la nostalgia, el dolor y la pérdida. Cada escena está meticulosamente elaborada, desde los barrios bajos de Florencia hasta el bosque mágico donde Pinocho adquiere vida. Del Toro utiliza la animación en stop-motion con una maestría asombrosa, logrando que la marioneta cobre vida con una expresividad y una vulnerabilidad que son realmente conmovedoras. La técnica no se convierte en el foco, sino en un medio para contar una historia con una sensibilidad artística innegable. El uso de la animación no es gratuito; es la lente a través de la cual se examinan las heridas y las esperanzas del protagonista.

La actuación de Ewan McGregor como Gepetto es el corazón emocional de la película. McGregor ofrece una interpretación sorprendentemente tierna y vulnerable, transmitiendo la desesperación de un padre que anhela un hijo y la desilusión cuando este se comporta de manera tan problemática. Sebastián Bartolozzi, como Pinocho, logra un equilibrio perfecto entre la inocencia, la ingenuidad y la rebeldía. Su evolución a lo largo de la historia es palpable y genera una conexión genuina con el espectador. Las voces secundarias, incluyendo las de Lee Sharp y Daisy Ridley, también son excepcionales, aportando profundidad y matices a los personajes.

El guion, adaptado de la novela original, se adhiere fielmente a la esencia de la historia, pero la película no rehúye de los aspectos más sombríos y difíciles de la narrativa. Explora la presión ejercida por las expectativas sociales, la búsqueda de la aceptación y el conflicto entre el deseo de ser "real" y la aceptación de uno mismo. La pérdida es un tema central, no solo la pérdida de la inocencia, sino también la de la esperanza y la posibilidad de una vida plena. La crítica a las estructuras sociales, la mercantilización del amor y la necesidad de validación externa se tejen sutilmente en la trama. Del Toro no ofrece soluciones fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza humana.

En definitiva, ‘Pinocho’ es una obra cinematográfica profundamente conmovedora que va más allá del entretenimiento infantil. Es una reflexión sobre la condición humana, la importancia de la familia y el poder de la perseverancia. Una película que permanecerá en la memoria del espectador mucho tiempo después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 9/10