Pinocho (2019)

Guillermo del Toro ha regresado a los cuentos de hadas con una película que, a priori, podría parecer una simple reimaginación de “Pinocho”. Sin embargo, la nueva adaptación en vivo del Tim Burton es mucho más que eso; es una meditación melancólica sobre la paternidad, la identidad y la búsqueda de la autenticidad, con la estética distintiva y el toque gótico que nos son tan familiares del director. La película no rehuye de ninguna manera la naturaleza oscura y a veces inquietante del original, sino que la abraza con una sensibilidad que, a veces, sorprende por su profundidad.

La dirección de Del Toro es, como siempre, magistral. La película está visualmente impresionante, saturada de detalles que invitan a la contemplación. Cada escena está ricamente decorada, desde el taller de Geppetto, lleno de herramientas antiguas y madera sin terminar, hasta el extravagante y, a la vez, perturbador, Teatro Lumière. La banda sonora de Alexandre Desplat, con sus melodías tanto hermosas como inquietantes, complementa a la perfección el tono de la película, creando una atmósfera densa y evocadora. Sin embargo, más allá de la estética, Del Toro logra un equilibrio entre la fantasía y el drama, evitando caer en la mera espectacularidad.

Eugenio Derbez, como Geppetto, ofrece una interpretación conmovedora. Su personaje es, en esencia, un hombre desolado, con el corazón roto por la pérdida de su hijo. Derbez, con su habitual sentido del humor y su vulnerabilidad, aporta un matiz de ternura y esperanza a este personaje, que a menudo podría haber resultado demasiado amargado. El resto del reparto es igualmente sólido, con una destacable actuación de Finn Wolfhard como Pinocho. Wolfhard consigue transmitir la inocencia, la curiosidad y la desorientación de un niño que se encuentra perdido en un mundo extraño. La dinámica entre Geppetto y Pinocho es el corazón de la película, y la química entre los dos actores es palpable.

El guion, adaptado de Carlo Collodi, se mantiene fiel al espíritu del cuento original, pero añade nuevas capas de complejidad a la historia. Si bien la trama principal se centra en el deseo de Pinocho de convertirse en un niño de verdad, también explora temas como la responsabilidad, el valor del trabajo duro y la importancia de la honestidad. La película no rehuye de los aspectos más sombríos del relato, como la traición y la decepción, pero también ofrece momentos de esperanza y redención. En este sentido, la película parece más una parábola sobre los errores del pasado y la necesidad de aprender de ellos, que una simple historia infantil. Podría considerarse que algunos diálogos se sienten un poco forzados, pero en general, el guion cumple con creces las expectativas.

En definitiva, “Pinocho” de Guillermo del Toro es una obra cinematográfica ambiciosa y cautivadora, que va más allá de la mera adaptación de un cuento de hadas. Es una película que invita a la reflexión, que apela a las emociones y que, en definitiva, nos recuerda la importancia de perseguir nuestros sueños, pero también la necesidad de aprender de nuestros errores.

Nota: 8.5/10