¡Piratas! (2012)

“¡Piratas!” (2012) es, en su esencia, un ejercicio de fantasía inocente y profundamente disfrutable, una película que si bien no llega a la grandilocuencia de sus semejantes, logra sumergir al espectador en un universo vibrante y lleno de peculiaridades. La película, dirigida por Ken Hughes, se beneficia enormemente de su tono desenfadado y una premisa cuanto menos curiosa: un grupo de piratas, liderados por el carismático Capitán, obsesionados con ganar el prestigioso premio al Pirata del Año, se embarcan en una serie de aventuras que los llevan de las playas soleadas de Isla Sangrienta a las bulliciosas calles de Londres. Este deseo aparentemente trivial sirve como catalizador para una narrativa sorprendentemente rica y llena de detalles.

Hughes maneja la dirección con un toque de elegancia clásica, recordando a ciertas películas de aventuras de Hollywood de décadas pasadas, aunque con una estética visualmente más moderna y con un énfasis en la atmósfera. La paleta de colores es rica y detallada, capturando la esencia tropical y la magnificencia de la época pirata, sin caer en la sobreexposición ni la artificialidad. Sin embargo, la dirección carece de momentos particularmente memorables, limitándose a ofrecer una experiencia visual cómoda y agradable, más que visualmente impactante. No obstante, el ritmo, en general, es sólido y mantiene la atención del espectador gracias a una sucesión de situaciones cómicas y visualmente entretenidas.

El reparto es un verdadero punto fuerte de la película. Clive Owen, como el Capitán, ofrece una interpretación llena de matices, equilibrando la amenaza pirata con una vulnerabilidad y un humor sutilmente calculados. El resto del elenco, incluyendo a Christopher Eccleston, Orlando Bloom y Keith Richards, contribuye con interpretaciones sólidas y un trabajo en equipo notable. Particularmente destacable es la presencia de Bill Nighy, que interpreta al Magistrado, un personaje crucial que aporta un contrapunto serio y perspicaz a la locura pirata. La química entre los actores es palpable, lo que se traduce en momentos cómicos genuinos y, en algunos casos, emotivos.

El guion, adaptado de la novela homónima de Robert Louis Stevenson, demuestra cierta audacia al incorporar elementos sorprendentes como la presencia de Charles Darwin (interpretado por Benedict Cumberbatch) y un chimpancé parlante llamado Coco. Estas inserciones, aunque quizás un poco forzadas, se integran en la narrativa con una elegancia sorprendente, añadiendo capas de complejidad y humor a la historia. Si bien algunos diálogos pueden resultar algo torpes, la película logra mantener un hilo argumental coherente y construir una trama que, a pesar de sus excentricidades, resulta entretenida y sorprendente. La película, en definitiva, es una celebración de la imaginación y un claro tributo al espíritu aventurero.

Nota: 7/10