“Piratas del Caribe: La venganza de Salazar” es un espectáculo visualmente deslumbrante, una bomba de acción y efectos especiales que, sin embargo, palidece en comparación con la originalidad y el ingenio de las primeras entregas. Disney se ha cobijado en la familiaridad de la fórmula, ofreciendo una aventura grandiosa pero, en última instancia, predecible y con un ritmo desigual. La película se centra en Jack Sparrow, interpretado por Johnny Depp, atrapado en una lucha por su vida contra el retorcido capitán Salazar ( Javier Bardem, quien ofrece una interpretación formidable y amenazante) que busca venganza por la muerte de su tripulación. El regreso de Salazar, un villano implacable y brutal, es sin duda el punto fuerte de la trama, y Bardem lo aprovecha al máximo, logrando un personaje memorable y profundamente perturbador.
El guion, en general, carece de la audacia y el humor inteligente que caracterizaron a la saga. Se siente como si Disney, consciente del éxito de las primeras películas, intentara replicar con éxito la fórmula sin inyectarle la vitalidad original. El desarrollo de la trama a menudo se siente apresurado, con secuencias de acción impresionantes pero desconectadas de una narrativa cohesiva. Los diálogos, en su mayoría, son torpes y carentes de la chispa que hacía que las conversaciones de Jack Sparrow fueran tan memorables. Se hace evidente la necesidad de llenar el metraje con más acción, lo que perjudica la construcción de personajes y la profundidad emocional. El desarrollo de personajes secundarios, como Elizabeth Swann, tampoco alcanzan el nivel que se podría haber esperado.
A pesar de las deficiencias del guion, la dirección de Rob Marshall ofrece imágenes espectaculares. El Triángulo de las Bermudas es representado de forma convincente, con efectos visuales que asombran y escenas subaquáticas de una belleza impresionante. La película se beneficia enormemente de la fotografía, con colores vibrantes y una atmósfera en constante cambio que refleja la naturaleza impredecible de la aventura. La banda sonora, en gran medida, es efectiva, aunque a veces excesivamente grandilocuente, coincidiendo con las escenas de acción más espectaculares. Sin embargo, la sobreexposición a la acción y la falta de balance entre la acción y el desarrollo de la historia resulta en una experiencia menos memorable que sus predecesoras.
Johnny Depp, a pesar de estar bastante disfrazado y con un aspecto menos arriesgado que en entregas anteriores, logra mantener el carisma de Jack Sparrow, aunque con menos margen de manobra. El resto del reparto ofrece interpretaciones sólidas, pero ninguno alcanza la prominencia de Depp o Bardem. La película se vale de gags visuales y referencias a las películas anteriores, que resultan más bien cansinas que divertidas, al parecer, un intento de complacer a los fans sin aportar nada nuevo. En definitiva, “Piratas del Caribe: La venganza de Salazar” es un entretenimiento sólido, pero decepcionante para aquellos que esperan la misma magia y originalidad que definieron la saga. Es un espectáculo visualmente atractivo, pero que no logra trascender la mera imitación.
Nota: 6/10