Piscina infinita (2023)

“Piscina Infinita” no es un thriller convencional; es una inmersión profunda en la decadencia, un viaje visceral a un lugar donde la utopía se desmorona en un infierno hedonista. Andrew Van Dyke, director de “Triangle”, se atreve a mostrar la cara más oscura del paraíso, y la película recompensa esa audacia con una experiencia cinematográfica perturbadora y de una tensión constante. El aislamiento es palpable desde el principio. El resort, diseñado con una elegancia fría y perfecta, se siente como una jaula dorada, un refugio artificial que en realidad sirve para ocultar un horror latente. La fotografía de Warren Short es absolutamente impecable; la luz que se filtra a través de los árboles, el agua turquesa, los espacios abiertos… todo contribuye a un ambiente de belleza inquietante.

Las actuaciones son excepcionales en todo momento. Nicolas Cage, como James, ofrece una interpretación magistral. Su personaje se va transformando, lidiando con sus propios demonios y, a medida que la narrativa avanza, con una creciente desesperación. No es Cage el único que brilla; Lily Gladstone aporta una vulnerabilidad conmovedora como Em, la esposa de James, cuya inocencia y confusión contrastan brutalmente con la violencia que observa. Pero sin duda, la revelación es Linda Blair. Su interpretación de Gabi es tanto magnética como aterradora. No se trata de una villana carismática, sino de una entidad que parece absorber la energía de quienes la rodean, dejando tras de sí una estela de caos y sufrimiento. Su presencia, sutil al principio, se vuelve cada vez más opresiva y, finalmente, desquiciante. Blair consigue transmitir la sensación de un ser que está más allá de la comprensión, una fuerza que opera en un nivel que escapa a la lógica.

El guion, a cargo de Van Dyke y el co-guionista Rob Wagner, es la pieza fundamental de la película. No se basa en sustos baratos, sino en una construcción lenta y meticulosa de la tensión. La narración se desdobla en dos líneas temporales, que se entrelazan con maestría, creando un efecto de suspense y anticipación que te mantiene al borde del asiento. La película explora temas como la culpa, la obsesión, la pérdida de la inocencia y la naturaleza destructiva del deseo. La ambientación es crucial; la cultura que James y Em descubren fuera del resort no es simplemente un telón de fondo, sino un espejo que refleja los propios conflictos internos de los personajes. La película plantea preguntas inquietantes sobre la moralidad, la responsabilidad y las consecuencias de nuestros actos. El uso del montaje, a menudo con cortes abruptos y cambios de ritmo inesperados, amplifica la sensación de desorientación y vulnerabilidad, haciéndonos sentir como si estuviéramos atrapados junto a los protagonistas.

“Piscina Infinita” no es una película fácil de ver. Es perturbadora, inquietante y, en ocasiones, francamente desagradable. Pero su poder reside en su capacidad para generar una atmósfera de horror psicológico que persiste mucho después de que los créditos finales hayan pasado. Es una película que exige atención, que recompensa la paciencia y que, sobre todo, te deja con una sensación de incomodidad y una reflexión sobre la fragilidad de la cordura humana. No es un thriller de terror tradicional, sino un estudio de personajes y una meditación sobre la oscuridad que se esconde en el corazón de la utopía.

Nota: 8.5/10