Piuma (2016)

“Piuma” (Pluma, en español) no es una película que te llega con un rugido estridente; es una que se instala en ti como una brisa inesperada, te humedece con la realidad y te deja preguntándote sobre las decisiones que tomamos y las que se nos impusieron. La dirección de Roberto Missiroli se distingue por un enfoque sutil pero poderoso, logrando capturar la atmósfera de esa ciudad gris y, a la vez, llena de posibilidades, donde la vida cotidiana se entrelaza con los grandes dilemas existenciales. No se busca la grandilocuencia, sino que se centra en los pequeños detalles, en las miradas, en los silencios que a veces hablan más que las palabras. Ese cuidado visual, con una paleta de colores apagada que refleja la melancolía y la incertidumbre, contribuye enormemente a la ambientación y a la sensación de estar inmerso en la vida de estos jóvenes.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los pilares de la película. Blu Yoshimi y Luigi Fedele, interpretando a Ferro y Cate, ofrecen una química palpable, una autenticidad que hace que su relación sea cruda y verosímil. No se trata de un romance idealizado; la conexión entre ellos es compleja, llena de momentos de tensión, incomodidad y, al mismo tiempo, de una necesidad innegable. El resto del elenco también brilla con luz propia, aportando matices a las personalidades y a las dinámicas familiares que se exploran. Sergio Pierattini, en particular, ofrece una representación especialmente convincente de un padre que lucha por encontrar su lugar en la vida de sus hijos, mientras que Michela Cescon personifica la fuerza y la vulnerabilidad de una joven que se enfrenta a sus propios desafíos.

El guion, adaptado del relato de Andrea Canale, destaca por su honestidad brutal. La película no se evade de las dificultades que enfrentan los adolescentes: la presión académica, la falta de oportunidades laborales, las frustraciones con la familia y la búsqueda de la propia identidad. Pero no se queda en la mera descripción de estos problemas; los utiliza como punto de partida para una reflexión más profunda sobre el amor, la responsabilidad y la importancia de las decisiones que tomamos. La historia de Ferro y Cate no es solo la de dos adolescentes embarazados; es la de dos individuos que intentan encontrar su camino en un mundo que a menudo parece indiferente a sus necesidades. La película invita a la reflexión sobre las consecuencias de las acciones y la importancia de la empatía, mostrando que la familia no siempre se define por la sangre, sino por las conexiones emocionales que nos unen.

“Piuma” no es un melodrama fácil. Es una película que te exige un poco de paciencia y sensibilidad. Pero a cambio, te regala una experiencia cinematográfica profunda y memorable, que te deja con una sensación de tristeza y, al mismo tiempo, de esperanza. Es un retrato conmovedor de la juventud en el siglo XXI, un espejo que refleja las incertidumbres, las dudas y las aspiraciones de un colectivo que lucha por encontrar su lugar en el mundo. Nota: 8/10