Plan de escape 2: Hades (2018)

“Plan de Escape 2: Hades” se presenta como una secuela inevitablemente condicionada por el éxito de su predecesora, y aunque logra mantener el frenesí de acción y el espectáculo visual que caracterizó a "Escape Plan" (2013), carece de la profundidad y el ingenio que le permitieron destacar. Sylvester Stallone, como Ray Breslin, regresa con la confianza de un veterano, pero la película parece temer utilizar al máximo su experiencia, relegando a menudo la innovación a favor de la pura explosión. La premisa –el secuestro de uno de sus agentes y la necesidad de rescatarlo de una prisión de máxima seguridad de origen ruso– es lo suficientemente interesante, pero la ejecución se siente, a veces, como una repetición forzada de los trucos del primer filme.

La dirección de Patrick Norris se centra en la creación de escenarios claustrofóbicos y elaborados, con una atención meticulosa al detalle en la construcción de la prisión de Hades. Las elaboradas trampas y pasajes secretos que Ray y su equipo deben sortear son visualmente impactantes y ofrecen momentos de tensión sostenida. Sin embargo, esta obsesión por el diseño de interiores y las secuencias de escape a veces eclipsa la narrativa, creando una sensación de estar contemplando un atraco perfectamente planeado más que participando en una historia. Norris intenta modernizar el estilo visual, incorporando elementos de diseño oscuro y futurista, pero estos se sienten un poco forzados y desconectados del ambiente brutal y pragmático de la prisión.

Stallone ofrece su habitual actuación con la solvencia que le caracteriza, transmitiendo la determinación y la frialdad de Ray Breslin. Sus compañeros de equipo, incluyendo a Josh Lucas y Michael Paré, cumplen su función de apoyo, pero carecen de profundidad y desarrollo. Sus motivaciones se reducen a menudo a simple deseo de dinero o venganza, lo que limita su capacidad para generar empatía. La química entre los personajes no es especialmente fuerte, lo que dificulta el impacto emocional de las escenas de acción y los momentos de tensión. La presencia de Randall Wayne, conocido por sus papeles como agente del FBI, aporta un elemento familiar, pero su rol es secundario y poco desarrollado.

El guion, bajo la pluma de Spencer Lively, es donde la película sufre más. Se basa demasiado en clichés del género de acción y la invasión de espacios cerrados. Los diálogos son a menudo expositivos y poco naturales, y la trama se complica con elementos innecesarios que no aportan valor añadido a la historia. La resolución final, aunque llena de explosiones y persecuciones, carece de originalidad y se resuelve de una manera predecible. Se intenta explorar temas de corrupción y lavado de dinero, pero estas ideas se quedan a menudo superficiales, desaprovechando el potencial de ofrecer una crítica social más incisiva.

En definitiva, “Plan de Escape 2: Hades” es un entretenimiento ocasional para aquellos que buscan adrenalina visual y secuencias de escape elaboradas. No obstante, la falta de originalidad, el guion poco inspirado y las actuaciones poco convincentes impiden que sea una secuela memorable. Se siente más como un ejercicio de diseño de interiores y espectáculos de acción que como una narrativa sólida y emocionante.

Nota: 6/10