Plan diabólico (1966)

“Plan Diabólico” (Devil's Plan), la reciente apuesta de John Frankenheimer, es mucho más que un thriller de suspense; es una meditación sobre la insatisfacción existencial y la desesperación que pueden conducir a la autodestrucción. El director, un maestro en la construcción de tensión, consigue tejer una narrativa inquietante que se aferra a la mente del espectador desde el primer minuto y no la suelta hasta el desenlace, aunque éste no siempre sea completamente satisfactorio. Frankenheimer utiliza la cinematografía, siempre impecable, para intensificar la sensación de claustrofobia y paranoia, empleando ángulos de cámara inusuales y una iluminación sombría que refleja el estado mental de su protagonista.

John Randolph, en el papel de Arthur Hamilton, ofrece una actuación sutil pero absolutamente convincente. Su Arthur no es un héroe, ni un villano, sino un hombre normal, atrapado en una rutina monótona y consumido por el resentimiento. Randolph transmite a la perfección esa mezcla de cansancio y desesperación que lo empuja a considerar las opciones extremas presentadas por la extraña organización. La película no se basa en la espectacularidad física, sino en la construcción del personaje, en la lenta erosión de su moralidad y en su creciente paranoia. El resto del reparto, aunque no siempre destaca, cumple con su cometido, contribuyendo a la atmósfera general de opresión y peligro.

El guion, adaptado de la novela de David Ely, es donde reside la mayor debilidad de la película. Si bien la premisa es intrigante y las primeras horas son especialmente sólidas, el ritmo se ralentiza un poco en el segundo acto. El desarrollo de la trama se vuelve excesivamente burocrático y la resolución, aunque llena de giros inesperados, se siente algo predecible y carente de la profundidad que la película prometía. La película se adentra en temas complejos como la identidad, la moralidad y la búsqueda del significado de la vida, pero sin profundizar lo suficiente en estos aspectos. Se centra más en la sensación de peligro que en la exploración de las motivaciones psicológicas de los personajes.

A pesar de sus fallos, “Plan Diabólico” es una experiencia cinematográfica intensa y provocadora. Frankenheimer demuestra de nuevo su habilidad para crear una atmósfera de suspense opresiva y para mantener al espectador al borde de su asiento. La fotografía de Caleb Franklin y el diseño de sonido contribuyen significativamente a la eficacia de la película. Sin embargo, el guion, aunque interesante en su planteamiento, no alcanza el potencial que ofrece la premisa y la ejecución técnica impecable. La película, en definitiva, es un thriller bien hecho, pero que podría haber sido mucho más.

Nota: 7/10