“Planeta Rojo” (2023) no es, precisamente, una película que revolucione el género de la ciencia ficción espacial, pero sí que logra construir una experiencia claustrofóbica y, sobre todo, profundamente humana. La película, dirigida por Ridley Scott, regresa a Marte con la ambición de redefinir lo que se espera de una adaptación del icónico libro de Ray Bradbury, pero a la vez, se distancia significativamente de su esencia original. Scott, que regresa a la dirección después de décadas, demuestra una maestría innegable en la creación de atmósferas opresivas y visualmente impactantes.
La película se centra en la comandante Kate Bowman (Ciara Ahrens), una líder firme y decidida, aunque con un marcado conflicto interno al inicio. Su misión no es solo científica; es una lucha por la supervivencia de la humanidad y, además, una batalla personal contra la soledad y la incertidumbre. La película juega magistralmente con el terror psicológico, y la progresiva desintegración de la comunicación con Houston genera un creciente sentimiento de aislamiento que se impregna en cada escena. La banda sonora, nuevamente compuesta por Hans Zimmer, amplifica esa sensación de amenaza inminente, subrayando el vacío y la vulnerabilidad de la tripulación.
Sin embargo, el guion, aunque efectivo en su construcción de tensión, podría haber profundizado en algunos aspectos. El desarrollo de la relación entre Bowman y Gallagher (Matt Damon) resulta algo rápido y carente de matices, relegando a veces a este último a un papel más de apoyo que de personaje con una voz propia. A pesar de la calidad técnica, la película se pierde en una excesiva dependencia de la idea de un robot de exploración que se convierte en el principal antagonista; la motivación del robot (un fallo de programación) es, en última instancia, poco convincente, y termina reduciendo el foco en elementos artificiales. Scott se concentra en las imágenes y el diseño de producción, entregando un Marte desolador y creíblemente hostil. Las interpretaciones, en general, son sólidas, pero ciertamente ciertamente la actuación de Ciara Ahrens es el motor principal de la película.
La película, en definitiva, es un ejercicio de suspense bien ejecutado, que explota al máximo el potencial del entorno marciano y la sensación de peligro latente. Si bien no alcanza la excelencia narrativa que se podría haber esperado, sí que consigue sumergir al espectador en un mundo alienígena, peligroso y lleno de interrogantes existenciales. La película no busca respuestas fáciles; en cambio, plantea una reflexión inquietante sobre la fragilidad de la civilización y la naturaleza humana en situaciones extremas.
Nota: 7/10