Planeta sangriento (1966)

“Planeta Sangriento” (1990) es, en su esencia, una película que intenta ser una mezcla audaz de ciencia ficción y terror gótico, un intento de emular a clásicos como “La Noche de los Muertos Vivientes” y “Drácula”. Sin embargo, el resultado final es un esfuerzo laborioso, pero no siempre exitoso, que se beneficia enormemente de su contexto histórico dentro del cine de terror de los 90.

Dirigida por Dan O’Bannon, un nombre que ya trascendía a la producción de “Alien”, la película se beneficia de un ambiente visual inquietante desde sus inicios. La atmósfera marciana, con sus rocas rojizas, sus tormentas de polvo y la ausencia casi total de vegetación, crea un escenario claustrofóbico y amenazante. La fotografía de Dean Arsenault, con un uso constante de luces tenues y sombras profundas, contribuye significativamente a esta sensación de aislamiento y desolación. O'Bannon, sin embargo, carece de la sutileza de Ridley Scott para construir la tensión y el horror con la misma profundidad. El resultado es más un conjunto de momentos impactantes que una construcción narrativa coherente.

Las actuaciones son medias a sólidas. La actriz que interpreta a la vampira, Dana Kresko, ofrece una interpretación convincente como una criatura hermosa y a la vez perturbadora. Su transformación, acompañada de efectos especiales que, para su época, son bastante decentes, es uno de los puntos fuertes de la película. El resto del equipo científico, interpretado por un elenco que incluye a James Cromwell y Everett McGill, se limita a cumplir su función de personajes de apoyo, aunque Cromwell aporta una comedia absurda que, a veces, sirve para aliviar la tensión. Sin embargo, la caracterización general de los personajes carece de profundidad, lo que limita el impacto emocional de las situaciones que se plantean.

El guion es donde la película se desmorona con mayor frecuencia. Si bien la premisa – una vampira espacial atrapada en Marte – es original, la ejecución carece de originalidad y se rehúsa a explorar completamente sus propias posibilidades. Los diálogos son, a menudo, torpes y las motivaciones de los personajes no siempre son claras. Además, la película se deja llevar por elementos clichísticos del género, incluyendo la persecución constante y la resolución final predecible. La ambición de la película por equilibrar ciencia ficción y horror se traduce en un resultado que no logra ni encajar completamente ninguno de los dos géneros.

A pesar de sus fallas, “Planeta Sangriento” conserva cierto encanto por su audacia y su estética visual. Es una película que, a través de la lente de los años 90, se puede apreciar como un experimento interesante que, aunque no es un clásico, sí ofrece entretenimiento para los fanáticos del terror de culto. Su influencia en películas posteriores del género es innegable, aunque su impacto a largo plazo en el cine no sea especialmente grande. Se trata de un intento ambicioso que, por lo general, no logra aterrizar, pero que posee un cierto valor por su originalidad.

Nota: 6/10