Poción de amor nº9 (1992)

“Poción de amor nº9” (Poción de amor número 9), estrenada en 1982, no es un clásico instantáneo, pero sí una joya peculiar y sorprendentemente efectiva que, tras décadas, continúa evocando la curiosidad y el encanto de un mundo de fantasía científicamente improbable. La película, dirigida con una delicada ironía por Robert Stevenson, se alza como una comedia romántica con un toque de ciencia ficción y un trasfondo social que, si bien no es revolucionario, sí resulta intrigante en el contexto de su época.

El guion, adaptado de una novela de Franco Nicolini, se centra en la historia de Paul Matthews (Warren Beatty), un químico frustrado y socialmente torpe que, atormentado por su amor no correspondido, busca una solución mágica en la excéntrica Madame Rosa (Fiona Van Straaten), una vidente gitana. La idea central de la poción que provoca una atracción irresistible es, en sí misma, bastante descabellada, pero la película maneja esta premisa con una naturalidad sorprendente. El guion evoca la clase media americana de los años 80, con sus ideales de éxito, su búsqueda de la felicidad y su cierta ingenuidad en la aplicación de soluciones mágicas. La comedia no se basa en chistes fáciles, sino en la observación aguda de las dinámicas sociales y emocionales, especialmente en la forma en que Paul y Diane reaccionan a la intensidad de sus nuevos sentimientos.

La dirección de Stevenson se caracteriza por un ritmo pausado y una atmósfera cálida. Evita el melodrama y se centra en los detalles, como las miradas cómplices, los gestos torpes y la creciente incomodidad de los personajes al ser el centro de atención de todos. La película juega con el contraste entre la ciencia y la magia, el control y el caos, la racionalidad y la irracionalidad. La fotografía, en tonos suaves y dorados, contribuye a esta atmósfera onírica y romántica. El diseño de producción, aunque modesto, recrea con precisión el entorno de un laboratorio científico y un hogar acogedor, estableciendo un equilibrio entre la fantasía y la realidad.

Las actuaciones son sobresalientes, especialmente la de Warren Beatty. Beatty ofrece una interpretación sutil y encantadora, logrando transmitir tanto la vulnerabilidad como el ingenio de Paul. La química entre Beatty y Diane Keaton, que interpreta a Diane Farrow, la psicóloga de animales, es genuina y crea una dinámica muy atractiva. Keaton, que en ese momento estaba en su mejor momento, aporta una dosis de humor y sensibilidad a su personaje. El resto del reparto secundario, aunque menos destacado, cumple su función con diligencia. Fiona Van Straaten, en particular, aporta una presencia memorable a su papel de la vidente.

A pesar de sus limitaciones técnicas y una trama que puede parecer un poco simple para los estándares actuales, “Poción de amor nº9” es una película entrañable y con un cierto encanto nostálgico. Es una historia sobre la búsqueda del amor, la aceptación de uno mismo y la capacidad de encontrar la felicidad en los lugares más inesperados. Más que un simple romance, es una reflexión sobre la naturaleza humana y la importancia de romper con las barreras sociales que nos impiden ser auténticos. Es una comedia romántica inteligente y, sobre todo, con un espíritu optimista que contrasta con la pesadumbre que a menudo impregna el género.

Nota: 7/10