Poder absoluto (1997)

“Poder absoluto” es un thriller político que, aunque carente de la audacia y la sorpresa que se esperaban de un David Baldacci adaptado a la pantalla, logra ofrecer un relato tenso y bien construido, en gran parte gracias a la dirección segura de Clint Eastwood y a la sólida actuación de su protagonista. La película se centra en Jake Brigance, un ex-convicto y ladrón con un pasado turbio, quien, de forma accidental, presencia el asesinato del Presidente de los Estados Unidos. De repente, se encuentra envuelto en una compleja red de intrigas y conspiraciones, obligado a huir y, al mismo tiempo, convertirse en la única persona que posee la evidencia para llevar al asesino ante la justicia. La premisa, aunque ya ha sido explorada en otros filmes del género, es manejada con una relativa eficacia, manteniendo al espectador enganchado a medida que Jake Brigance se ve acosado por agentes del gobierno y por hombres de negro con un oscuro pasado.

La dirección de Eastwood, normalmente asociada a westerns y dramas de acción con un tono más visceral, se adapta sorprendentemente bien al thriller político. Evita los clichés del género, aunque no lo rompe por completo. Se centra en el desarrollo psicológico del protagonista, mostrando su lucha por mantener la moralidad en medio de un entorno corrupto y peligroso. Eastwood, como siempre, es un director preciso, utilizando la iluminación y la fotografía para crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica, especialmente en las escenas de persecución y enfrentamientos. La película, sin embargo, podría haber beneficiado de un ritmo más ágil en algunos momentos, permitiendo que las tensiones se acumularan de manera más efectiva. La banda sonora, aunque discreta, sirve para acentuar la sensación de peligro inminente.

La actuación de Clint Eastwood como Jake Brigance es, sin duda, el punto fuerte de la película. Su interpretación, caracterizada por la cautela, la determinación y un dejo de desesperación, le da al personaje una profundidad y un carisma que lo convierten en un protagonista convincente. Aunque no es su papel más memorable, Eastwood demuestra su versatilidad como actor, ofreciendo una actuación convincente que supera la edad que le hace parecer más un hombre que ha visto pasar por su vida demasiados momentos difíciles. El resto del elenco, con excepción de algunos papeles menores, no dejan de ser competentes, aunque no se destacan particularmente. Hay un notable papel de Morgan Freeman como el Fiscal, un hombre consumido por la corrupción que ofrece un contrapunto moral a la situación.

En definitiva, “Poder absoluto” no es una obra maestra del género thriller político, pero sí un entretenimiento sólido y bien ejecutado. La película, a pesar de su previsible trama, logra mantener la atención del espectador gracias a la dirección cuidadosa de Eastwood, la actuación sólida de su protagonista y la atmósfera tensa que se crea en pantalla. Es una película que cumple con sus expectativas, aunque podría haber sido mucho más ambiciosa y original. Es un thriller político digno de ver, especialmente para los amantes del género que buscan un entretenimiento confiable y sin grandes sorpresas.

Nota: 7/10