Pokolenie Ikea (2023)

“Pokolenie Ikea” no es una película que te seduce, sino que te confronta con una realidad incómoda. La cinta de Michal Budanova, ambientada en la Polonia contemporánea, se erige como un espejo fragmentado de la juventud actual, reflejando una generación atrapada en una espiral de citas superficiales y la desorientación que nace de una búsqueda desesperada de significado en un mundo dominado por la banalidad y la cultura de consumo. La película no busca grandilocuencias ni diálogos brillantes; su poder reside en la honestidad brutal con la que representa las vidas de estos jóvenes, despojándolos de cualquier romanticismo idealizado.

Bartosz Gelner, interpretado con una sutileza admirable por Bartosz Gelner, es el epicentro de esta narrativa. Él no es un héroe ni un villano, simplemente un observador, un participante pasivo en una danza cómica y, a la vez, trágica. Su mirada, a menudo vacía y desilusionada, transmite la sensación de haber perdido la brújula, de navegar por un mar de citas sin rumbo, donde las conexiones emocionales son efímeras y la búsqueda de autenticidad se percibe como una quimera. La película se beneficia enormemente de la actuación de Michalina Olszańska como Karolina, una joven que, como Bartosz, lucha por encontrar un punto de anclaje en un mundo que parece desmoronarse a su alrededor. La química entre ambos es palpable, una mezcla de repulsión, fascinación y una comprensión tácita de la frustración compartida.

La dirección de Budanova es precisa y mantiene un tono de cinismo elegante. Evita caer en clichés del melodrama y se centra en la atmósfera, en el espacio estricto de los apartamentos minimalistas, donde la omnipresente influencia de Ikea se convierte en un símbolo palpable de la uniformidad y la falta de personalidad. La película no solo documenta la superficialidad de las relaciones, sino que también explora la presión social y las expectativas que moldean la identidad de estos jóvenes. La presencia de personajes secundarios como Jan Aleksandrowicz-Krasko añade capas de complejidad a la trama, revelando la hipocresía y las máscaras que todos usamos para encajar en la sociedad.

Sin embargo, la película no está exenta de defectos. El ritmo, en ocasiones, se siente un poco irregular, y algunos momentos se prolongan innecesariamente. Aunque la honestidad es una virtud, en ciertos puntos la desilusión puede resultar abrumadora, dejando al espectador con una sensación de pesimismo persistente. Aun así, “Pokolenie Ikea” es una obra valiosa que invita a la reflexión sobre la identidad, la búsqueda de significado y la condición humana en el siglo XXI. Es una película que, sin duda, resonará con aquellos que se sientan identificados con la experiencia de una generación perdida en la era digital.

Nota: 7/10