Poli con suerte (1991)

“Poli con suerte” es un ejercicio interesante y, en última instancia, decepcionante de la comedia negra mexicana. Dirigida por Michel Rogério, la película apuesta por una premisa original y perturbadora: la búsqueda de una joven desaparecida en México, impulsada por la extraña teoría de que la mala suerte de la familia puede ser la clave para encontrarla. La idea, llevada a cabo con un tono visualmente inquietante y un diseño de producción impecable, promete una experiencia cinematográfica densa y provocadora. Y, en gran medida, lo logra, aunque sin llegar a alcanzar su potencial máximo.

El guion, en su base, es inteligente y desafiante. La exploración de la superstición y la fatalidad en una familia adinerada que se ha aferrado a creencias populares es un tema fértil para la reflexión. Sin embargo, la película se complica con una trama secundaria que, aunque interesante en sí misma, se siente desproporcionada y a veces redundante. La investigación sobre el pasado de la familia, con sus secretos oscuros y traiciones, diluye el enfoque principal y resta fuerza a la historia central. La lógica interna del guion, en ocasiones, se tambalea, presentando situaciones que parecen diseñadas únicamente para generar tensión, sin una verdadera justificación narrativa.

El actor principal, Gael García Bernal, ofrece una interpretación cautivadora como el contable, Ramiro, un hombre atormentado por su propia mala suerte y, paradójicamente, el candidato ideal para la misión. Su personaje es complejo y profundamente humano, y Bernal logra transmitir con maestría su angustia, su incredulidad y su creciente fascinación por el caso. El resto del reparto, incluyendo a Paulina Dóñez como la desaparecida, también cumplen sus roles con soltura. La química entre Bernal y Dóñez es convincente, aunque la pantalla compartida es limitada, lo cual es una lástima.

Visualmente, "Poli con suerte" es un festín para los sentidos. La cinematografía de José Luis Ugueto es oscura y evocadora, empleando una paleta de colores apagados y la iluminación natural para crear una atmósfera de opresión y fatalidad. La fotografía, además, se beneficia enormemente del paisaje mexicano, contrastando la riqueza de la ciudad con la desolación de la zona rural donde se desarrolla gran parte de la trama. La banda sonora, compuesta por Carlos Torres, complementa a la perfección la atmósfera inquietante de la película, utilizando piezas musicales clásicas que refuerzan la sensación de tragedia inminente.

A pesar de sus virtudes técnicas y actoriales, “Poli con suerte” no logra consolidarse como una obra maestra del género. La trama se vuelve excesivamente compleja y, a veces, confusa, y el ritmo de la película es irregular, con momentos de intensa tensión seguidos de largos pasajes de digresión. La película, en definitiva, es un intento ambicioso de explorar temas profundos como el destino, la superstición y la búsqueda de la verdad, pero falla en encontrar un equilibrio entre la complejidad narrativa y la claridad dramática. Sigue siendo, sin embargo, una experiencia cinematográfica memorable que vale la pena ver por su originalidad visual y la actuación de Gael García Bernal.

Nota: 7/10