“Poltergeist” (2019) se presenta como un intento ambicioso de reimaginar la icónica película de 1982, y aunque logra evocar algunas de las sensaciones originales, no logra alcanzar la misma intensidad y, sobre todo, el poder emocional que definió al clásico. La dirección de David Gordon Green es competente, utilizando una paleta de colores desaturada y una fotografía que insinúa un terror psicológico más que visceral. Sin embargo, esta elección estilística, aunque efectiva en algunos momentos, termina alejándonos de la atmósfera opresiva y la sensación de creciente desesperación que caracterizaban la versión original. Se busca un terror más moderno, que se siente más 'meta', quizás en una búsqueda de ser 'difícil' y cerebral, pero lo que se pierde es la conexión visceral con la familia Freeling.
El elenco principal, liderado por Karen Gillan como Dani, transmite una vulnerabilidad convincente. Gillan, en particular, ofrece una interpretación sólida, representando el miedo infantil con autenticidad y una inocencia que contrasta brutalmente con los eventos sobrenaturales que la rodean. Sean Patrick Flanery y Winona Ryder también cumplen con su papel, aunque carecen de la química palpable que hizo de la familia Freeling un elemento central de la trama. La relación entre los padres, en esta versión, se siente menos arraigada, menos vital, lo cual afecta el impacto emocional de sus esfuerzos por proteger a su hija. Robert Englund, como el espíritu del antiguo propietario, aporta un toque de familiaridad a los fans del terror clásico, pero su participación, aunque efectiva en algunos momentos, se siente un tanto expositiva.
El guion, en mi opinión, es donde “Poltergeist” realmente tropieza. Aunque la premisa - una familia amenazada por espíritus vengativos en su nueva casa - es atractiva, la trama se vuelve excesivamente compleja y a veces confusa. Se introduce demasiada información y demasiados elementos sobrenaturales, lo que diluye la tensión y dificulta la inmersión del espectador. El desarrollo de los espíritus, en particular, se siente abrupto y poco justificado. La película se concentra demasiado en la explicación de los fenómenos, sacrificando el suspense y la atmósfera gélida que son cruciales para el género. Se intenta incluir un comentario social sobre el consumismo y la tecnología, pero esta intención se siente forzada y poco integrada en la historia. La película, en general, parece temer complacer a los fans del original, resultando en un metatexto que nunca logra conectar realmente con el público.
A pesar de sus defectos, “Poltergeist” (2019) ofrece momentos de terror genuino y logra evocar algunas de las emociones que hizo tan memorable el clásico de 1982. No obstante, su exceso de complejidad y su falta de conexión emocional la convierten en una experiencia decepcionante para aquellos que buscan una reimaginación realmente valiosa. Se siente como una revisión excesivamente inteligente que ha olvidado lo que hacía que el original fuera tan especial: la honestidad brutal del terror y la representación de una familia lidiando con una amenaza incomprensible.
Nota: 6/10