“Poltergeist II: El Otro Lado” es, en retrospectiva, una película que merece ser vista con una buena dosis de nostalgia y una comprensión contextual. Es un film que, lejos de ser una secuela que compite con el original, se esfuerza por replicar la atmósfera de terror psicológico y el asombro que definió la primera entrega, pero falla en el camino. La película se centra en la familia Feeling, ahora desplazada a un nuevo hogar que, inexplicablemente, sigue siendo una fuente de terror sobrenatural. La dinámica familiar, con la creciente preocupación de Steve y Diane por la conexión de Carol Anne con el más allá, es, en principio, interesante, pero pronto se ve eclipsada por la sobrecarga de efectos especiales y la sensación de que se ha perdido el rumbo.
Dirección por David Lynch, quien se sumó a la producción con la intención de aportar un toque de oscuridad y complejidad, resulta en un producto visualmente recargado. Si bien Lynch no consigue infundir la película con el mismo subtexto inquietante que otros de su filmografía, sí que se aprecian sus intentos de romper con el formato tradicional del terror, insertando escenas de surrealismo y simbolismo. Sin embargo, estas incursiones a menudo interrumpen el flujo narrativo y, en lugar de intensificar el terror, lo diluyen en un maremagnum de imágenes extrañas. La banda sonora, creada por el veterano Jerry Goldsmith, es, como siempre, efectiva en momentos puntuales, pero en general, contribuye a una atmósfera confusa y, a veces, excesivamente grandilocuente.
Las actuaciones son decentes, pero no sobresalientes. Rob Lowe, en el papel de un Steve Feeling más maduro y atormentado, entrega un trabajo respetable, aunque su personaje se siente a menudo como una caricatura de la figura paterna ideal. Natasha Richardson, como Diane, aporta la fragilidad y el miedo maternal, pero el guion no le brinda muchas oportunidades para profundizar en el personaje. Whitney Hack, en el papel de la joven Carol Anne, es, sin duda, la estrella indiscutible. Su conexión con el más allá es la brújula moral de la película y su interpretación, a pesar de la sobreactuación en algunos momentos, logra transmitir la vulnerabilidad y el terror genuino de una niña expuesta a fuerzas que no comprende.
El guion, escrito por Steven Spielberg y Bruce Davison, es donde la película realmente se debilita. Aunque se mantienen elementos clave del terror psicológico original, el ritmo es desigual, las motivaciones de los personajes no siempre son claras y la trama se complica innecesariamente con la introducción de nuevos personajes y subtramas. La explicación, que intenta dar una razón lógica a los fenómenos paranormales, resulta poco convincente y, en última instancia, diluye el misterio y la atmósfera de suspense que definieron el primer "Poltergeist". A pesar de los intentos de expandir el universo del original, "Poltergeist II" termina siendo una paródica de sí misma, perdiendo la autenticidad y la fuerza emocional que la convirtieron en un clásico del horror de los 80. Es una película que, a pesar de sus momentos de tensión y su estética visualmente llamativa, no logra conectar a un nivel emocional profundo.
Nota: 5/10