Poolman (2024)

“Poolman”, la reciente película de Andrew Dominek, no es un espectáculo deslumbrante, pero sí una pequeña joya de originalidad y una reflexión inesperada sobre la banalidad de la existencia. La película, que se desarrolla en un bloque de apartamentos desolado en Los Ángeles, presenta a Leo (Michael Pitt), un joven con aspiraciones filosóficas y una vida de rutinas monótonas, que pasa sus días vigilando la piscina. Este escenario aparentemente sin atractivo se convierte en el punto de partida para una historia de suspense que, en realidad, es mucho más profunda de lo que aparenta.

Dominek utiliza la meticulosa observación de detalles y la dirección visual con gran maestría. Las tomas largas y pausadas, a menudo con un enfoque en la piscina y sus reflejos, generan una atmósfera inquietante y contemplativa. Hay una belleza melancólica en la puesta en escena, que va más allá de lo puramente estético y contribuye a la sensación de aislamiento y la lenta degradación del protagonista. El uso de la luz, especialmente en los momentos más tensos, es particularmente efectivo, creando una paleta de colores apagados y sombríos que enfatizan la tristeza latente en la vida de Leo.

Michael Pitt ofrece una actuación sutil pero poderosa. Su interpretación de Leo no busca grandes gestos dramáticos, sino que se centra en la transmisión de la angustia interna del personaje. Pitt captura con precisión la soledad, la frustración y la vulnerabilidad de Leo, mostrando una sensibilidad que va más allá de la simple representación de un personaje inadaptado. La relación de Leo con el "Poolman" (Bill Heck), un empleado de mantenimiento con una historia personal enigmática, es el corazón emocional de la película, y la química entre ambos actores es palpable.

El guion, a pesar de su aparente simplicidad, demuestra un ingenio considerable. La trama del robo de agua, al principio, parece un cliché, pero rápidamente se transforma en una metáfora de la pérdida, el olvido y la fragilidad de la existencia. Dominek, sin embargo, evita caer en melodramas gratuitos. La película se basa en la sugestión y la ambigüedad, planteando preguntas sobre el significado de la vida, la importancia de las pequeñas acciones y la posibilidad de encontrar conexión en un mundo cada vez más desconectado. La película invita a la reflexión, no a la respuesta fácil. El ritmo deliberado, que a algunos podría parecer lento, es fundamental para la construcción de la atmósfera y la inmersión del espectador en la realidad de Leo.

En definitiva, “Poolman” es una película inteligente y original que desafía las expectativas. No es un blockbuster, ni busca serlo, pero sí logra despertar la curiosidad y provocar una experiencia cinematográfica memorable. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan pasado.

Nota: 7/10