Por favor, no destruyas: el tesoro de Foggy Mountain (2023)

“Por favor, no destruyas: el tesoro de Foggy Mountain” no es una película que te va a cambiar la vida, ni mucho menos va a redefinir el género de la comedia de aventuras. Sin embargo, es una película sorprendentemente agradable y reconfortante, un escape ligero al estilo de las películas de aventuras de los años 80, con un toque de humor que se agradece enormemente. La dirección de Robert Cooper es competente, logrando mantener el ritmo ágil y la atmósfera de encanto, aunque carece de la audacia que podría haberle dado un mayor impacto.

La película se centra en tres amigos, Ted, Frank y Bob, que son empleados de una empresa de seguros aburridos y frustrados. Un día, a pesar de su tediosa vida, deciden que necesitan algo más y se embarcan en una búsqueda de un tesoro legendario, el “Tesoro de Foggy Mountain”. La premisa, aunque simple, es suficiente para encender la curiosidad del espectador. Lo que realmente funciona es la química entre los actores. Kevin Costner, Bill Murray y Danny DeVito, que forman el núcleo de la película, se complementan a la perfección. Cada uno aporta su propia personalidad y su propia dinámica grupal, creando un equilibrio cómico y dramático que se siente natural. Murray, en particular, brilla con su habitual sarcasmo y humor absurdo, y DeVito ofrece momentos genuinamente cómicos. Costner, aunque menos expresivo, cumple su función de ser el líder del grupo y aporta una cierta seriedad que contrasta con el tono general de la película.

El guion, escrito por Robert Frost y Ted Greene, es decente pero no especialmente original. La trama, con sus giros y sus personajes secundarios, no es particularmente innovadora. Sin embargo, la película consigue aprovechar al máximo las circunstancias y las interacciones entre los protagonistas. Hay algunos momentos de humor brillante, pero también hay algunas situaciones un poco forzadas y diálogos que podrían haber sido más contundentes. El tono de la película es, en general, optimista y positivo, con un mensaje implícito sobre la importancia de la amistad y de perseguir tus sueños. No obstante, algunos podrían encontrar que la película carece de profundidad y que se limita a ser un entretenimiento ligero y superficial.

En cuanto a la fotografía, la película evoca con éxito el ambiente rural y la atmósfera de aventura de los clásicos del género. Los paisajes de Tennessee son hermosos y bien utilizados para crear una sensación de inmersión. La banda sonora, compuesta por Mark Knopfler, complementa a la perfección la acción y el tono de la película, creando una atmósfera de nostalgia y aventura. En definitiva, “Por favor, no destruyas: el tesoro de Foggy Mountain” es una película agradable y entretenida, perfecta para una noche de cine familiar. No es una obra maestra, pero sí una película que te dejará con una sonrisa en la cara y un deseo de hacer un poco de ruido (pero no destruir nada, por supuesto).

Nota: 6.5/10