Por la cara (2013)

“Por la cara” no es un thriller de identidad particularmente innovador, pero sí una pieza cinematográfica intrigante y, en última instancia, bastante inquietante que se aferra a la atmósfera de misterio y desconfianza desde el inicio hasta el final. La película, dirigida por Alex da Silva, se basa en una premisa simple pero efectiva: un hombre, Samuel (interpretado con notable matiz por Ricardo Darín), de repente se ve despojado de su propia identidad por una mujer enigmática, Lucía (interpretada por Julieta Zukerman), que le reclama con una insistente y perturbadora exigencia: que le devuelva su vida. La idea, en sí misma, es suficiente para generar interés, pero es la ejecución la que realmente lo eleva por encima de la media.

El guion se centra en la lenta y constante erosión de la certeza de Samuel. No se trata de explosiones de acción o persecuciones frenéticas; la tensión se construye a través de miradas robadas, conversaciones ambiguas y la creciente sospecha que invade cada uno de sus actos. La película juega magistralmente con la percepción del espectador, obligándonos a cuestionar la veracidad de lo que vemos y a dudar de la lealtad de los personajes. El guion, aunque a veces un tanto lento, se beneficia de una escritura muy pulida, con diálogos inteligentes y sorprendentes, y de una narrativa no lineal que mantiene al espectador al borde de la incertidumbre. La ambigüedad, por tanto, no es una mera estrategia de marketing, sino una parte fundamental del disfrute de la película.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los pilares de esta producción. Ricardo Darín ofrece una interpretación excepcional, transmitiendo la vulnerabilidad y la desesperación de Samuel con una sutil pero poderosa dosis de autenticidad. Su personaje evoluciona a lo largo de la trama, mostrando un deterioro gradual que es visceralmente creíble. Julieta Zukerman, por su parte, es simplemente escalofriante como Lucía. Logra evocar una mezcla compleja de determinación, melancolía y un profundo sentido de pérdida. Su interpretación no se basa en el maquillaje o en efectos especiales, sino en la fuerza de su mirada y en la sutileza de sus gestos. La química entre ambos actores es palpable, generando un choque de energías que dinamiza la historia.

La dirección de Alex da Silva es sólida y, sobre todo, muy efectiva en la creación de una atmósfera opresiva. La fotografía, con tonalidades grises y un uso prominente de la luz natural, contribuye a este ambiente de desconfianza y temor. La banda sonora, minimalista pero inquietante, refuerza aún más la sensación de incomodidad. Aunque la película podría haber beneficiado de un ritmo ligeramente más ágil y de una resolución más explícita, la experiencia cinematográfica general es innegablemente satisfactoria. “Por la cara” es una película que se queda contigo, plantando dudas y cuestionando la fragilidad de la identidad en un mundo cada vez más complejo e incierto.

Nota: 7/10