Por la reina y la patria (1988)

“Por la reina y la patria” es una película que, más allá de su temática histórica, se erige como un estudio profundo de la desilusión y la búsqueda de redención. La película, dirigida por Daniel Monzón, no es un bombardeo de propaganda bélica, sino un drama íntimo que se centra en Juan, interpretado con una fuerza contenida por Andrés Luz, un veterano de las Malvinas regresa a su pueblo natal en Argentina, solo para encontrar una comunidad marcada por el resentimiento, la amargura y la sospecha. La película se resiste a ofrecer un relato heroico de la guerra, optando por mostrar las cicatrices emocionales y psicológicas que la experiencia bélica deja en sus protagonistas y en sus familias.

Mónzon demuestra una maestría en la construcción de atmósferas, utilizando la fotografía de Juan Polito para evocar una sensación palpable de melancolía y abandono. Los paisajes áridos y desolados, la arquitectura deteriorada y la iluminación sombría contribuyen a crear un ambiente que refleja el estado anímico de Juan: un hombre atrapado en un pasado que no puede escapar, en un presente que no se reconoce. La película, lejos de ofrecer respuestas fáciles, plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza de la venganza, la justicia y la dificultad de encontrar la paz interior tras un conflicto bélico.

La actuación de Andrés Luz es, sin duda, el corazón de la película. Logra transmitir la complejidad de un hombre que intenta reconstruir su vida y su identidad después de haber presenciado horror y haber experimentado la pérdida. Su mirada, a menudo llena de dolor y desconfianza, cuenta más que mil palabras. El resto del reparto, incluyendo a una notable performance de Elena Duminelli como su esposa, también contribuye a dar vida a un microcosmos social marcado por el trauma. Sin embargo, es la relación entre Juan y el ex-comandante, interpretado por un soberbio Miguel Almirón, la que se convierte en el eje central de la trama, generando momentos de tensión dramática y de reflexión sobre la responsabilidad individual y colectiva.

El guion, escrito por Monzón y Pablo Bosarge, se centra en la sutileza y la paciencia. Evita los clichés y las soluciones simplistas. La trama no avanza a un ritmo frenético, sino que se desarrolla con cuidado, permitiendo que el espectador se sumerja en las vidas de los personajes y en el ambiente opresivo del pueblo. La película no busca glorificar la guerra, sino mostrar sus consecuencias reales, tanto a nivel individual como social. La investigación sobre las Malvinas, aunque no explícita, está implícita en cada escena, en cada mirada, en cada diálogo. Se percibe la tensión entre la memoria colectiva y la individual, entre el orgullo nacional y el luto por las víctimas.

En definitiva, “Por la reina y la patria” es una película exigente pero gratificante para aquellos que buscan un drama con profundidad, honestidad y una mirada crítica sobre la guerra y sus efectos. Es un hito cinematográfico que merece ser visto y reflexionado.

Nota: 8.5/10