Por siempre jamás: Una historia de Cenicienta (1998)

“Por siempre jamás: Una historia de Cenicienta” es un retorno a la raíz, un intento de revitalizar una de las historias de hadas más conocidas de la literatura universal. El director James Mangold no se aventura en la modernidad ni en el pastiche fantasioso que a veces vemos en adaptaciones recientes, sino que se adentra en la árida y austera atmósfera de la Inglaterra medieval, ofreciendo una visión visualmente impresionante y, a su vez, notablemente melancólica. La película, en su esencia, es una elegía al amor verdadero y la perseverancia ante la adversidad, pero no es una revolución narrativa ni una relectura subversiva del cuento clásico.

Las actuaciones son, en general, sobresalientes. Emma Watson, en el papel de Danielle, demuestra una madurez y una vulnerabilidad que elevan la película por encima de lo puramente romántico. Su interpretación no se limita a la belleza física, sino que transmite la desesperación y la dignidad de una joven que, a pesar de todo, nunca pierde la esperanza. Harris Dickinson, como el Príncipe Henry, aporta un toque de nobleza y humanidad a un personaje que, en otras adaptaciones, a menudo se reduce a un simple interés romántico. El antagonismo, interpretado por Fiona Shaw, es implacable y real, generando una genuina sensación de amenaza a la que Danielle debe enfrentarse. Sin embargo, algunas de las secundarias, especialmente las hermanastras, carecen del peso dramático que merecen, quedando a menudo como caricaturas unidimensionales.

El guion de Michael Blake y Mangold se centra en la construcción de un mundo creíble y en el desarrollo del amor entre Danielle y Henry. La película da un peso significativo a la vida cotidiana de Danielle, mostrando su amor por los libros, su inteligencia y su lucha por sobrevivir en un entorno hostil. La dirección de Mangold se caracteriza por un ritmo pausado que permite al espectador sumergirse en la atmósfera de la época. Las escenas de batalla, aunque escasas, están bien coreografiadas y contribuyen a la sensación de peligro. Sin embargo, la película puede resultar algo larga y, en algunos momentos, pierde el hilo por la excesiva dedicación a detalles descripciones y la presentación del mundo medieval. La narrativa se apoya más en la belleza visual y el melodrama que en la intriga o el desarrollo de personajes secundarios significativos. La película evita ambigüedades, presentando un final convencional y satisfactorio, que, si bien es agradable, carece de una verdadera sorpresa.

A pesar de sus fallas, "Por siempre jamás: Una historia de Cenicienta" es una película recomendable para aquellos que buscan una versión visualmente rica y emocionalmente resonante de un clásico. Es una carta de amor al cuento original, celebrando la fuerza interior y la capacidad de superación de una joven y su espíritu inquebrantable. Mangold no intenta reinventar la rueda, sino ofrecer una experiencia cinematográfica que evoque la magia de los cuentos de hadas, pero con el realismo y la complejidad que exige la época.

Nota: 7/10