Porky's contraataca (1985)

“Porky’s contraataca” es una película que, a pesar de su aparente intento de ser una secuela ambiciosa, se siente más como una nostalgia cargada de referenciales que nunca llega a superar su propio peso. Después de casi medio siglo, el retorno del equipo de Playa del Angel en 1995, liderados por el siempre inconfundible Porky, no solo busca revivir la magia de la original, sino también darle un giro a la historia, y en gran medida, lo logra con un cierto encanto retro. Sin embargo, la película, dirigida con maestría por Stephen Frears, carece de la energía cruda y la frescura juvenil que definieron el original.

Frears, conocido por su sensibilidad para retratar la masculinidad y la incomodidad social, teje una narrativa que explora las consecuencias de un juramento infantil. La película no se centra únicamente en la apuesta de baloncesto, sino que profundiza en la evolución de los personajes, mostrando sus vidas treinta años después. Se examina cómo la búsqueda de la juventud y la diversión en la adolescencia ha moldeado sus decisiones y sus relaciones. El vestuario, la música y el diseño de producción evocan magistralmente los años 50 y 60, creando una atmósfera nostálgica que funciona excepcionalmente bien, a pesar de que a veces se siente un poco artificiosa, como si estuviera intentando demasiado emular la época.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Mark Wahlberg, ahora con una madurez que no le hace sonar fuera de lugar, encarna a un Porky más reflexivo y arrepentido, aunque con la misma astucia innegable. Will Ferrell, en el papel del entrenador en problemas, aporta el humor necesario, aunque su personaje se siente un poco plano comparado con el original. Sin embargo, el verdadero corazón de la película reside en las actuaciones de los veteranos, especialmente Christopher Walken, que regresa con una química inigualable con Mark Wahlberg, reavivando el espíritu de la amistad que lo caracterizó en la primera entrega. La dinámica entre Walken y Wahlberg es el pilar emocional de la película, demostrando que la complicidad puede trascender el tiempo.

El guion, escrito por Frears y Jim Finley, se centra en la idea de la responsabilidad y el arrepentimiento, aunque con un tono menos mordaz que el original. Los diálogos son inteligentes y, en su mayoría, efectivos, pero carecen de la originalidad y el ingenio que permitieron al primero trascender el género de comedia. Se intuye un deseo de no simplemente replicar el pasado, sino de darle una nueva perspectiva, pero en ocasiones, la película se queda demasiado en la superficie, sin profundizar en las implicaciones de sus temas.

En definitiva, “Porky’s contraataca” es una película entretenida y visualmente atractiva que ofrece un agradable viaje a la memoria. Si bien no alcanza la grandeza de su predecesora, se presenta como un digno recordatorio de la primera entrega y, sobre todo, como un retrato sincero de las relaciones humanas y las consecuencias de nuestras decisiones. Es una secuela que sabe apreciar su legado, sin miedo a cuestionarlo.

Nota: 7/10