“Porky’s II: Al día siguiente” es un ejercicio interesante en la comedia adolescente de los 80, una secuela que, a pesar de sus evidentes limitaciones, se atreve a subvertir las expectativas de la primera entrega y, de alguna manera, a ofrecer una mirada más compleja a sus personajes. La película, dirigida por Gus Thorpe, se aleja considerablemente de la mera búsqueda de la virginidad, optando por una trama que, si bien a veces se siente forzada, tiene el potencial de ser más que una simple parodia. La premisa de organizar una obra de Shakespeare en el instituto de Angel Beach es intrigante y, para ser justos, funciona sorprendentemente bien en los momentos clave.
La dirección de Thorpe no es particularmente innovadora, pero sí logra mantener un ritmo dinámico y una atmósfera de fastuosa disrupción. Se nota una clara influencia del cine de comedia de los 70, especialmente de la Escuela de Cine de Viena, aunque sin la sofisticación ni la profundidad emocional de las obras originales. El uso del color, con sus vibrantes tonos pastel, contribuye a crear una estética visualmente atractiva y acorde con el tono de la película. Sin embargo, la película no logra escapar del cliché de la comedia adolescente: situaciones absurdas, diálogos ingeniosos pero a veces repetitivos y personajes que, en su mayoría, carecen de profundidad.
El reparto, liderado por Corey Haim y Mena Suvari, ofrece actuaciones sólidas y entretenidas. Haim, en particular, se distingue por su carisma y su capacidad para representar la torpeza y la inocencia de sus personajes. Suvari, por su parte, aporta un toque de sensualidad y una cierta vulnerabilidad que contrastan con la actitud despreocupada de los demás. La inclusión de un indio, played por Corey Parker, interpretando a Romeo es una decisión que, en el contexto de la época, era audaz, aunque hoy en día podría considerarse problemática desde el punto de vista de la representación. La película, sin embargo, lo aborda con un cierto humor que evita caer en la caricatura.
El guion es el punto más débil de la película. A pesar de las buenas intenciones, la trama se complica innecesariamente y se llena de situaciones forzadas que restan credibilidad a la historia. El conflicto con el reverendo Bubba, interpretado por Joe Flanigan, se siente artificial y su oposición a la obra de Shakespeare es poco convincente. Algunas de las bromas, si bien divertidas en su momento, hoy parecen anticuadas y poco ingeniosas. El guion intenta, sin demasiado éxito, explorar temas como la autenticidad, la identidad y la aceptación, pero estos temas se reducen a menudo a simple recurso cómico.
En definitiva, “Porky’s II: Al día siguiente” es una comedia adolescente olvidable pero con momentos de lucidez y diversión. No es una obra maestra, ni siquiera un clásico, pero sí ofrece una visión interesante de la adolescencia y sus peculiaridades, junto con una buena dosis de humor y una estética visualmente atractiva. Es un producto de su época, y lo apreciaremos, en gran medida, por ello.
Nota:** 6/10