Porno para principiantes (2019)

“Porno para principiantes” es, en esencia, una comedia negra con una cualidad sorprendentemente refrescante. Más allá de la temática, que podría resultar inicialmente controvertida, la película se erige como una sátira mordaz y agridulce sobre la ambición, el fracaso y las expectativas rotas en el contexto de la Uruguay de los años 80. La dirección de Daniel Chiprut es sutilmente eficaz, logrando mantener un equilibrio delicado entre el humor absurdo y la exploración de personajes profundamente imperfectos.

Chiprut se aleja del melodrama y opta por un enfoque visual que refleja la precariedad económica y la desesperación de los protagonistas. La película no necesita de efectos especiales o trucos visuales para transmitir su mensaje; el maquillaje, la iluminación y la composición de las escenas, en su mayoría grises y saturadas, crean una atmósfera claustrofóbica y opresiva. La cámara, a menudo lenta y deliberada, acompaña el ritmo pausado de la narrativa, permitiendo al espectador interiorizar las frustraciones de Víctor y sus compañeros.

Las actuaciones son sólidas en todos los niveles. Sebastián Rivadáurea, como Víctor, ofrece una interpretación magistral. Captura con precisión la mezcla de ingenuidad, frustración y, finalmente, resignación del personaje. Su evolución es gradual y creíble, evitando caer en estereotipos. Pero es el trabajo de Ashley Cummings, como la glamurosa y extraña estrella del cine erótico, el que realmente roba el show. Cummings aporta una presencia magnética y un cierto aire de alienación a su papel, convirtiéndose en la catalizadora de la desgracia de Víctor. Su actuación, aunque un tanto exagerada en ocasiones, es inherentemente divertida y contribuye a la atmósfera general de la película.

El guion, escrito por Chiprut y Marcelo D’Alessandro, es el corazón de la película. Es inteligente, ingenioso y, sobre todo, profundamente humano. La historia no se basa en el sexo explícito, sino en las consecuencias emocionales de las decisiones de los personajes. La película subraya, de manera sutil pero contundente, la fragilidad de los sueños y la dificultad de escapar de las circunstancias. Además, la ambientación en Montevideo de 1980 proporciona un trasfondo social relevante, reflejando la estancamiento económico y la desesperación de una época. El diálogo es ágil y lleno de situaciones cómicas, pero también contiene momentos de gran sinceridad y vulnerabilidad.

En definitiva, “Porno para principiantes” es una película que supera la sorpresa inicial de su temática, ofreciendo una experiencia cinematográfica completa y satisfactoria. No es una comedia fácil, pero recompensa al espectador que se deja llevar por su ritmo pausado y su inteligente crítica social. Es un triunfo del cine independiente uruguayo y una joya escondida que merece ser descubierta.

Nota: 8/10