¡Porque lo digo yo! (2007)

“¡Porque lo digo yo!” es una comedia romántica con la esencia misma del trabajo de Nancy Meyers, y aunque no alcanza la perfección de sus obras más emblemáticas, ofrece una experiencia entretenida y, sorprendentemente, con un núcleo emocional que puede resonar con el público. La película, un ejercicio de nostalgia con un toque modernista, se centra en Daphne Wilder (Diane Keaton), una mujer soltera que, tras ver a sus hijas mayores formar sus propios hogares, decide embarcarse en una misión improbable: encontrarle a su hija Millie (Mandy Moore) un marido. El pretexto es un anuncio online, una idea simple pero que desencadena una serie de situaciones hilarantes y, a veces, conmovedoras.

Diane Keaton brilla con una intensidad natural que es la marca registrada de la actriz. Su personaje, Daphne, es un torbellino de buenas intenciones y consejos desmedidos. Keaton logra capturar la mezcla de exasperación, amor maternal y, finalmente, aceptación que define a la matriarca. Las interacciones entre ella y las tres hijas – Maggie (Lauren Graham), Mae (Piper Perabo) y Millie – son el corazón de la película. Las actuaciones son sólidas, y la química entre las actrices es palpable. Graham aporta la estabilidad y el sentido común, Perabo la rebeldía y el espíritu libre, y Moore, la vulnerabilidad que la hace el personaje más simpático. Cada una de ellas evoluciona a lo largo de la historia, y su relación con Daphne es la que da verdadera profundidad a la trama.

El guion, aunque a veces cae en clichés de la comedia romántica, se beneficia de un enfoque inteligente y a medida. No intenta reinventar la rueda, sino que se adhiere a los tropos del género, pero los explota con sutileza y humor. Las situaciones cómicas son, en su mayoría, bien construidas y su resultado es satisfactorio. Además, la película no se limita a la comedia; introduce momentos de reflexión sobre el amor, la familia y el paso del tiempo. La mirada de Nancy Meyers sobre la maternidad es honesta y sin sentimentalismos gratuitos. Sin embargo, la trama se complica ligeramente en los últimos actos, perdiendo un poco de ritmo y quedando algo forzada en su resolución. La estética visual, con sus interiores lujosos y bien decorados, es, como siempre en Meyers, impecable, creando un ambiente acogedor y que invita al espectador a sentirse parte de la vida de los personajes.

En definitiva, "¡Porque lo digo yo!” es una película agradable y entretenida que ofrece una visión optimista del amor y la familia. Si bien no es su obra maestra, se disfruta con gusto y es una buena opción para una tarde de cine. Es una comedia con corazón y con las señas de la obra de Nancy Meyers.

Nota: 7/10