Poseídos (2000)

“Poseídos” (Possession) no es una película que te deje con una sensación de calma. James Watkins, director británico conocido por su estilo visceral, nos lanza directamente al caos y la paranoia, creando una experiencia cinematográfica perturbadora y, en última instancia, frustrante. La película, a pesar de su premisa aparentemente sencilla - un asesino en serie que parece estar poseído por un demonio y la necesidad de exorcismos – se sumerge en una atmósfera de creciente desconfianza, donde la línea entre la realidad y la locura se difumina hasta casi desaparecer.

El argumento, aunque no necesariamente original, se sirve de un guion que, en su ejecución, se vuelve cada vez más confuso y, francamente, inverosímil. La introducción de Peter Kelson, interpretado por Mark Pellegrino, como el escéptico periodista es un intento fallido de proporcionar una perspectiva racional al delirio. Su presencia, aunque inicialmente ofrece un contrapunto interesante, termina por complicar innecesariamente la narrativa, desviando la atención del espectador de manera constante y, en mi opinión, debilitando el impacto del horror psicológico central.

La dirección de Watkins es, sin duda, la fuerza motriz de la película. El uso del sonido es magistral; un ruido blanco omnipresente, susurros inquietantes y un diseño sonoro que te invade y te hace sentir vulnerable. La iluminación, a menudo oscura y con contrastes abruptos, contribuye a la sensación de opresión y terror. Sin embargo, esta intensidad visual se ve a veces mermada por una fotografía que, a pesar de ser efectiva, carece de la belleza estética que se podría haber logrado con un manejo más sutil del color. El ritmo, aunque deliberadamente lento y claustrofóbico, llega a sentirse exagerado, especialmente en las escenas más prolongadas que se centran en la contemplación de las rutinas opresivas de los personajes.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Carla Gugino, en el papel de Maya Larkin, ofrece una interpretación convincente, transmitiendo la angustia y la desesperación de una mujer atormentada por un pasado oscuro. Su transformación física a lo largo de la película es particularmente impactante. Mark Pellegrino, como Peter Kelson, aunque no tiene muchos espacios para brillar, logra comunicar la incredulidad y el escepticismo del personaje de manera efectiva. Sin embargo, la interpretación de la mayoría del elenco, a pesar de ser competente, no logra alcanzar la profundidad emocional necesaria para sumergir al espectador por completo en la atmósfera de horror que Watkins pretende crear.

En definitiva, “Poseídos” es una película que busca provocar y perturbar, y en ese sentido, tiene éxito. Pero su guion confuso, su ritmo irregular y la falta de desarrollo de algunos personajes, impiden que alcance su máximo potencial. Es una experiencia cinematográfica interesante, pero lejos de ser una obra maestra del terror.

Nota: 6/10