“Evil Dead” (Posesión infernal) no es solo un simple *remake*; es una reinvención visceral y aterradora que honra la leyenda original de Sam Raimi, al tiempo que la eleva a un nivel de horror corporal y psicológico que sorprende por su crudeza. La película, dirigida por Lee Cronin, se adentra en un territorio oscuro y perturbador, dejando al espectador sintiéndose incómodo y, a menudo, genuinamente asustado. La película se centra en un grupo de jóvenes que se refugian en una cabaña aislada en el bosque de Tennessee, aparentemente para ayudar a una amiga con problemas de adicción, pero pronto se ven envueltos en una maldición ancestral y despiadada.
Cronin se aleja del enfoque exuberante y barroco de Raimi, optando por una estética más realista y claustrofóbica. La cabaña se convierte en un escenario infernal, cada rincón de la casa – desde el sótano húmedo hasta el porche desvencijado – se transforma en un nuevo campo de batalla. El maquillaje prostético es absolutamente impecable, y los efectos especiales, aunque no se basan en CGI excesivo, logran transmitir un terror físico convincente. La película, a diferencia de las entregas originales, se centra mucho más en el horror *gore*, un elemento que, en manos de Cronin, se siente no como un truco de marketing, sino como una extensión natural del miedo. La violencia es brutal y, a veces, visceral, pero siempre se utiliza para intensificar la atmósfera de desesperación y horror.
El guion, en gran medida, se basa en la tensión atmosférica y la construcción del suspense. El ritmo es deliberadamente pausado, permitiendo que la incomodidad y el desasosiego se acumulen gradualmente. Los diálogos son escasos, lo que obliga al espectador a leer entre líneas y a presenciar la desesperación de los personajes. Sin embargo, la película no se limita a meras jump scares; explora temas como la adicción, el control y la fragilidad de la mente humana. La transformación de los personajes es particularmente inquietante, mostrando cómo el miedo y la paranoia pueden corromper la razón y llevar a la autodestrucción. El uso del Necromicon, objeto central de la maldición, se presenta como una fuerza malevolente y omnipresente, generando una sensación de que el horror está a punto de estallar en cualquier momento.
Las actuaciones son sólidas en su conjunto. El elenco joven logra transmitir la vulnerabilidad y el pánico de sus personajes, entregando interpretaciones convincentes en situaciones extremas. La actuación de Mia Allen como Kassie, la joven problemática, destaca por su capacidad para capturar la inestabilidad emocional de su personaje. El resto del reparto cumple con creces, logrando dar vida a un grupo de amigos unidos por el miedo y la desesperación. El sonido, con su banda sonora inquietante y efectos de sonido impactantes, contribuye enormemente a crear una atmósfera de terror persistente. En definitiva, "Evil Dead" es una experiencia cinematográfica perturbadora y memorable, que reaviva el espíritu de horror de Sam Raimi y lo reimagina de una manera completamente nueva y efectiva.
Nota: 8/10