“Possessor” (2020) de Brandon Cronenberg es, en definitiva, una experiencia visceral y perturbadora, un ejercicio de horror body que supera con creces las expectativas basadas en el legado familiar del director. La película, que se precie de ser una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar, no ofrece un espectáculo de sangre gratuito, sino que se centra en la dislocación del ser y la pérdida de la identidad, explorando los rincones más oscuros de la mente humana, o al menos, de las que son capaces de controlar otras mentes.
Tassa Vos, interpretada magistralmente por Tasya Vos, no es simplemente una asesina a sueldo. Es una mujer profundamente atormentada, consumida por una soledad y un vacío existencial que se manifiesta en su trabajo. Cronenberg no busca justificar sus acciones; en lugar de ello, nos sumerge en su perspectiva, mostrándonos el mundo a través de sus ojos y las distorsiones que su implante neuronal le produce. Este enfoque, aunque a veces dificilmente accesible para el espectador, es fundamental para comprender la esencia de la película. La actuación de Vos es hipnótica, una mezcla de frialdad calculada y una vulnerabilidad implícita, lo que la convierte en una protagonista fascinante, a pesar de lo que hace.
La dirección de Cronenberg es, sin duda, el elemento más destacable de la película. La atmósfera es opresiva, claustrofóbica y perturbadora, creada a través de una cinematografía inquietante y un uso inteligente del sonido. Las secuencias de violencia son brutales y desnaturalizadas, pero no son gratuitas. Están filmadas de manera que enfatizan la alienación del asesino, la desconexión de su propio cuerpo y la deshumanización de sus víctimas. Las transiciones entre la realidad y la mente de Vos, logradas a través de efectos visuales que nunca se adueñan del espectador, son especialmente efectivas. El uso del color, que oscila entre tonos fríos y artificiales, refuerza la sensación de irrealidad y desorientación.
El guion, aunque no particularmente complejo en su trama, está bien construido. Explora temas como la tecnología, la identidad, la responsabilidad y el control, aunque sin ofrecer respuestas fáciles. La película plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza de la humanidad y los límites de la tecnología, invitando al espectador a reflexionar sobre el impacto de la tecnología en la sociedad y el impacto que tiene en el individuo. Si bien algunos diálogos podrían haber sido más elaborados, la fuerza de la imagen y la atmósfera general compensan con creces cualquier deficiencia narrativa.
“Possessor” es una película que desafía al espectador a permanecer en su asiento, a lidiar con sus propias incomodidades y a cuestionar los límites de la percepción. Es una experiencia visceral y perturbadora que, a pesar de su violencia gráfica, tiene una profundidad temática considerable. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que se atreven a adentrarse en sus entrañas, ofrece una reflexión inquietante sobre la naturaleza humana y el horror que puede surgir en la era de la tecnología.
Nota: 8/10