Postal (2007)

“Postal” (1997) no es una película que te dejará indiferente. Es, como sugiere su propia leyenda, un descenso a la absurdidad total, un experimento cinematográfico que explora los límites de la comedia y, al mismo tiempo, una reflexión incómoda sobre la violencia y la desesperación. Desde el momento en que el protagonista, Mike, interpretado con una incredulible reserva de angustia por Bruno Hayes, se ve abandonado en el árido paisaje de la ciudad de Postal, Ohio, ya no hay vuelta atrás. La película se adentra en un territorio donde la lógica y la cordura son conceptos superados, y la única ley que rige es la del humor grotesco y la anarquía.

La dirección de Scott Sherman es magistral en su locura. Sherman no se limita a mostrar la violencia; la utiliza como herramienta narrativa, elevándola a un nivel casi surrealista. Las secuencias de asesinatos, a menudo filmadas con un estilo documental casi naturalista, son impactantes pero también increíblemente cómicas debido a la inocencia exasperante y al estado de shock de Mike. Es una dirección que prioriza la atmósfera y el impacto emocional, incluso cuando la acción es explícita. El uso de la cámara, por ejemplo, a menudo se centra en la expresión facial de Mike, transmitiendo su creciente terror y confusión.

Las actuaciones son, en general, sobresalientes. Bruno Hayes ofrece una interpretación que equilibra a la perfección el absurdo con la vulnerabilidad. No es un héroe, ni un villano; simplemente un hombre perdido que se ve arrastrado por un caos incomprensible. El resto del elenco, que incluye a actores como Patrick Swayze, Clancy Brown y Barbara Crampton, complementa perfectamente la locura general. Clancy Brown, en particular, ofrece una actuación memorable como el jefe de la compañía postal, un personaje diabólico que encarna la corrupción y la hipocresía.

El guion, escrito por Sherman y Mark Phillips, es, sin duda, el elemento más arriesgado de la película. Es un texto que desafía la inteligencia del espectador, presentando situaciones y diálogos que parecen sacados de un sueño febril. La trama, aunque aparentemente simple, se complica a medida que avanza, revelando capas de significado ocultas. La película no busca ofrecer respuestas fáciles; más bien, invita al espectador a reflexionar sobre la naturaleza de la violencia, el absurdo de la existencia y los límites de la moralidad. No es un guion que complacerá a todos, pero aquellos que se aventuren a explorarlo encontrarán una experiencia cinematográfica única y perturbadora.

En definitiva, "Postal" es una película controvertida, incómoda y, a la vez, extraordinariamente entretenida. Es un ejemplo de cómo la comedia puede, sin embargo, llevarse demasiado lejos. Es una película que permanecerá en tu mente mucho después de que terminen las luces, generando debate y reflexión.

Nota: 7/10