“El Reino de los Monos” es una ambiciosa y, a su vez, profundamente decepcionante película que se atreve a abordar temas grandiosos como la evolución humana y la inteligencia artificial, aunque, lamentablemente, no logra encontrar el equilibrio entre la grandilocuencia del concepto y la coherencia narrativa. La cinta, estrenada en 2011, se centra en Edouard, un mono con características atípicas, que accidentalmente descubre la capacidad de caminar erguido, dominar el fuego y practicar la caza, transformándose en el precursor de la especie humana. A pesar de las pretensiones de ser un relato evolutivo, la película se siente más como una serie de momentos desconectados que pretenden ser profundos.
Dirigida por Luc Besson, la estética visual de “El Reino de los Monos” es, indudablemente, un punto fuerte. La película es visualmente impactante, con un diseño de producción meticuloso que crea un mundo prehistórico crudo y convincente. Los efectos especiales, particularmente aquellos que dan vida a los monos y a su entorno, son impresionantes. Sin embargo, la belleza visual no compensa las deficiencias del guion. La historia se siente repetitiva y carece de un ritmo envolvente. Los momentos de descubrimiento de Edouard, aunque inicialmente intrigantes, se vuelven predecibles y carentes de la emoción que merecen.
Las actuaciones, si bien no son peores de lo esperado, también son inconsistentes. Mark Strong ofrece una interpretación sutil y contenida como el hombre del futuro, un personaje con una ambigüedad que, en teoría, podría haber añadido profundidad a la trama. Pero el personaje se siente más como un accesorio en la historia, un narrador omnisciente con una lógica interna frágil. El resto del reparto, interpretado por actores del calibre de Mélanie Laurent y John Hurt, se ve superado por la falta de sustancia de la historia. La relación entre Edouard y el hombre del futuro, prometedora en el principio, se diluye en un diálogo artificial y expositivo. No hay espacio para la espontaneidad o la emoción genuina.
Besson, conocido por su estilo visualmente audaz, se deja llevar por la complejidad del tema, descuidando la construcción de personajes y la cohesión narrativa. La película intenta abordar temas complejos como la inteligencia artificial, la ética de la manipulación genética y el impacto de la tecnología en la evolución humana, pero lo hace de manera superficial y sin ofrecer respuestas convincentes. La película podría haber sido una reflexión provocadora sobre la condición humana, pero se queda en un mero ejercicio de entretenimiento visual. En última instancia, "El Reino de los Monos" es un espectáculo visual desprovisto de verdadera sustancia, una apuesta fallida por parte de Besson para explorar un tema tan fascinante como la evolución humana. La intención era grande, pero la ejecución es, lamentablemente, mediocre.
Nota: 5/10