Powder (Pura energía) (1995)

“Powder (Pura energía)” es una película que se aferra a la estética del western moderno y el aura de lo incomprendido, con resultados a medio camino entre la fascinación y la decepción. La dirección de Matthew Spangler, aunque con claras intenciones artísticas, carece de la sutileza que permitiría un desarrollo más orgánico de la historia, optando por momentos visualmente impactantes, a menudo excesivos, y una paleta de colores que, en ocasiones, recuerda a lo onírico sin lograr la profundidad emocional que buscaba.

El núcleo de la película reside en la figura de Wade Vogel, interpretado magistralmente por el joven Josh Duhamel. Duhamel aporta una vulnerabilidad palpable al papel de un chico aislado y diferente, cuya incomodidad social y sus poderes, que van desde la telequinesis hasta la manipulación del tiempo, lo convierten en objeto de sospecha y rechazo. La película se enfoca en la constante lucha interna de Wade por entender su origen, sus habilidades y su lugar en el mundo. Sin embargo, la caracterización de los personajes secundarios es considerablemente más superficial. Los compañeros del orfanato, por ejemplo, se reducen a arquetipos –el duro, el gracioso, el tímido– y su interacción con Wade no llega a generar un impacto significativo.

El guion, escrito por Matthew Spangler y Ben Ketai, se basa en una premisa intrigante: un chico con poderes especiales integrado en un entorno rural, profundamente arraigado en las tradiciones y la superstición. La película explora temas como el aislamiento, el prejuicio y la búsqueda de identidad, pero a menudo lo hace de forma simplista, sacrificando la complejidad para mantener el ritmo y el suspense. El misterio sobre el pasado de Wade es el motor principal, y el desarrollo de este enigma, aunque interesante, se ve interrumpido por escenas de acción explosivas que parecen desproporcionadas con respecto a la narrativa central. Estas explosiones, en lugar de profundizar en la psicología del personaje o en el conflicto social, sirven como un mero escape visual.

A pesar de estas fallas, "Powder" posee una atmósfera particular. La fotografía de Maryse Umryansky captura la belleza agreste del paisaje americano, contrastando con la desolación interna del protagonista. La banda sonora, minimalista y evocadora, contribuye a crear una sensación de inquietud y misterio. La película, aunque no evoluciona para ser una obra maestra, ofrece un entretenimiento visualmente estimulante y, en ciertos momentos, logra generar empatía por el personaje de Wade. El final, aunque algo abrupto, deja una sensación de esperanza y posibilidad, sugiriendo que el verdadero poder de Wade reside no en sus habilidades, sino en su capacidad de conectar con los demás.

Nota: 6/10