Power Rangers (2017)

“Power Rangers” de 1997 es, en esencia, una oda a la nostalgia juvenil, un ejercicio de puro entretenimiento que, aunque no pretenda ser una obra maestra cinematográfica, se erige como un hito cultural dentro del género de ciencia ficción juvenil. La película, en su núcleo, captura la energía y la rebeldía de la adolescencia, traduciendo esos sentimientos en una aventura llena de acción y efectos especiales deslumbrantes para la época.

La dirección de Sam Newby y Mark Goldblatt se enfoca en la coreografía de las batallas, aprovechando al máximo los efectos especiales que, ahora vistos con la perspectiva del presente, parecen un tanto toscos, pero que en su momento impactaron enormemente en el público, especialmente en niños que aún no estaban expuestos a las convenciones de las películas de superhéroes modernas. La banda sonora, con sus sintetizadores y ritmos pegadizos, es otro componente esencial para evocar esa atmósfera vibrante y juvenil. Sin embargo, a veces la dirección carece de profundidad, optando por un estilo más visual que narrativo, lo que deja algunos momentos algo desapasionados.

Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas, aunque también cumplen su función de caricaturas exageradas. Austin St. John como Jason Lee Scott transmite el liderazgo natural y la determinación necesaria para un “Ranger” líder. El resto del elenco, incluyendo Billy Cranston (David Allen Miller), Trini Kwan (Amy Jo Johnson) y Kimberly Hart (Brittany Danielle), ofrece un buen equilibrio entre ser personajes simpáticos y con sus propias fortalezas individuales. No obstante, el guion, escrito por Dale Schulze, Craig Van Dutch y Glenn Hubbell, es quizás su debilidad más notable. Se basa en clichés del género, presentando situaciones predecibles y diálogos a menudo forzados. Se intenta dotar de un trasfondo de drama adolescente, pero el tratamiento es superficial y, en ocasiones, resulta artificioso.

Lo que realmente hace que “Power Rangers” funcione es su capacidad para evocar la magia de la serie de televisión original. La película no se limita a contar la historia de los Rangers; se trata, en gran medida, de recrear la esencia de la serie, con sus transformaciones, sus zords y sus villanos amenazantes. El efecto "wink" – la mirada directa a la cámara por parte de los personajes – se utiliza con moderación, funcionando mejor como un guiño nostálgico a los espectadores que conocían la serie. La película abraza un tono ligero y divertido, evitando ser demasiado oscura o compleja. Este enfoque simplificado, aunque pueda parecer infantil para algunos, es precisamente lo que la convierte en una película tan entrañable y popular, especialmente para aquellos que crecieron con los Power Rangers.

Nota: 7/10