Préstame tu marido (1964)

“Préstame tu marido” (Give me your husband) no es una comedia romántica de la altura de “Algunos aman demasiado fuerte” o “Un lugar para ti”, aunque logra un encanto particular que la distingue. La película de Mike Newbold se atreve a explorar la idea de un matrimonio arreglado, pero lo hace con una sensibilidad y un humor sutil que, a pesar de sus momentos torpes, resultan sorprendentemente efectivos. La premisa, cuanto más absurda parece al principio, más se vuelve atractiva gracias a la dirección inteligente de Newbold, quien maneja el ritmo de la narración con una cadencia que permite al espectador absorber los dilemas morales y emocionales de los personajes.

El núcleo de la película reside en la situación de Sam Bissell, interpretado con una naturalidad encantadora por parte de Matthew McConaughey, quien regresa a la comedia romántica después de un tiempo de ausencia. McConaughey ofrece una actuación calmada pero expresiva, transmitiendo la incredulidad inicial, la incomodidad y, finalmente, una especie de aceptación del absurdo de la situación. La química entre McConaughey y Isla Fisher, que interpreta a Janet, es genuina y refleja la complejidad de las relaciones humanas, mostrando la amistad, la rivalidad y el potencial de un romance genuino. Fisher, además, aporta un toque de viveza y sarcasmo a su personaje, balanceando a la perfección la vulnerabilidad y la determinación de Janet.

El guion, co-escrito por Newbold y Dan Chiweshe, no se limita a presentar el concepto de matrimonio arreglado como un gag cómico. Explora las consecuencias emocionales de la situación para todos los involucrados. Se profundiza en las heridas del divorcio de Janet, en el temor de Sam a perder su estabilidad y en las dudas de ambos sobre su capacidad para amar verdaderamente. Aunque el tono es ligero, el guion toca temas como la amistad, la pérdida, la soledad y la búsqueda de la felicidad. Hay momentos que, admito, resultan un tanto forzados o con diálogos que podrían haberse pulido, pero en general la historia se desarrolla de manera orgánica y cautivadora. El desarrollo de la relación entre Sam y Janet no se siente apresurado, lo que permite que el espectador conecte con su progreso.

La película no se trata solo de un matrimonio rápido para obtener dinero. La belleza reside en la exploración de cómo ambos personajes, Sam y Janet, se ven obligados a reexaminar sus propias vidas y prioridades. No es una comedia para reírse a carcajadas, sino una que invita a la reflexión y a empatizar con los personajes, incluso con sus decisiones poco convencionales. La fotografía es agradable y contribuye a crear una atmósfera cómica pero a la vez melancólica. Aunque el final puede resultar un poco dulce para algunos, cumple su propósito al ofrecer una resolución optimista y esperanzadora.

Nota: 7/10