Primavera en Beechwood (2021)

“Primavera en Beechwood” es una película de época que, a pesar de su premisa arquetípica, logra evocar una atmósfera de melancolía y deseo que persiste mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. La película, dirigida con delicadeza por Michael Winterbottom, no se aventura en la grandilocuencia de las producciones históricas, sino que se centra en la intimidad de un matrimonio en crisis y la compleja dinámica entre dos amantes, ofreciendo un retrato sutil y a veces incómodo de la sociedad inglesa de la posguerra. La película no busca ser una declaración de principios o un manifiesto social, sino que se centra en el “cómo” de la pasión, en la tensión palpable que permea cada escena.

El guion, adaptado de un relato corto de John Osborne, es la verdadera columna vertebral de la película. Winterbottom, junto con el guionista James Pursey, opta por un lenguaje aparentemente directo, casi coloquial en las conversaciones entre Paul y Jane, lo que contrasta notablemente con la formalidad protocolaria que se espera de los Niven. Este contraste contribuye a la sensación de que los personajes viven en dos mundos diferentes, conectados por un secreto que amenaza con desmoronarse en cualquier momento. El ritmo es deliberadamente pausado, otorgando tiempo a la introspección de los personajes y a la acumulación de la tensión. Algunas escenas, aparentemente inconexas, se revelan como elementos clave para comprender la psicología de Paul y Jane. Es una película que recompensa la paciencia del espectador, ofreciendo una experiencia más rica y matizada que una simple narración romántica.

Las actuaciones son sobresalientes. James McAvoy, como Paul, transmite con maestría la frustración y el conflicto interno de un hombre atrapado entre el deber, la ambición y un deseo prohibido. Su mirada transmite una mezcla de culpa, anhelo y desesperación. Evie Waters como Jane es igualmente brillante, logrando un equilibrio perfecto entre la vulnerabilidad y la fuerza. No se reduce a un simple objeto de deseo, sino que se presenta como una mujer con una historia personal compleja y un profundo sentimiento de pérdida. El resto del elenco secundario cumple su función a la perfección, contribuyendo a la autenticidad del ambiente. La actuación de Lesley Manville, como la matriarca Niven, es especialmente notoria: una presencia imponente y controlada, que irradia autoridad y, en el mismo tiempo, una profunda tristeza.

Visualmente, “Primavera en Beechwood” es una película preciosa. La fotografía de Julian Hill-Baker captura la belleza melancólica de la mansión de Beechwood y el entorno rural inglés. La paleta de colores es suave y tenue, reforzando la atmósfera de introspección y nostalgia. Los planos son cuidadosamente diseñados, con una atención especial a los detalles, como la luz que entra por las ventanas o el reflejo en los espejos, que contribuyen a crear una sensación de intimidad y vulnerabilidad. Es una película que se disfruta especialmente en gran formato, donde la riqueza de los detalles visuales se multiplica.

Nota: 7.8/10