Problema cada día (2001)

“Problema cada día” (Problem Every Day) es una película que, lejos de ser una propuesta visualmente ostentosa, construye su fuerza a través de una atmósfera de inquietud opresiva y una narrativa que se arrastra con la lentitud deliberada de una pesadilla. La película, dirigida por Rún Taylor Winther, no busca grandes espectáculos de acción o efectos especiales; en cambio, se centra en la introspección de Shane, un hombre atormentado por la anticipación de una terrible noticia y, más que todo, por la incomunicación con su esposa, June. El viaje nocturno en avión se convierte en el escenario perfecto para establecer el tono lúgubre y la sensación de aislamiento que definen la película.

La dirección de Winther es magistral en su minimalismo. Utiliza el espacio vacío del avión y la iluminación tenue para intensificar la angustia de Shane. La cámara, a menudo discreta, acompaña al espectador en su viaje, sin interrumpir la contemplación del personaje. La película se beneficia enormemente de una banda sonora sutil, pero efectiva, que no molesta, sino que refuerza la sensación de desasosiego. La película evita la explicación directa, prefiriendo sugerir y dejar que el espectador complete las lagunas con su propia imaginación. Esta estrategia, aunque puede frustrar a algunos, contribuye a la sensación de que el horror reside en lo no dicho, en el vacío que lo rodea.

El actor principal, Elias Mossfeldt, ofrece una actuación contenida pero profundamente conmovedora. La dificultad de Mossfeldt radica en transmitir la carga emocional de un hombre que sabe que su mundo está a punto de desmoronarse, sin poderlo expresar verbalmente. Su mirada, su postura, su silencio... todo comunica la desesperación de Shane. La relación con June, interpretada por Hanna Schygulla, es el núcleo emocional de la película. Su diálogo es escaso, pero la conexión que comparten, aunque sea llena de incomunicación, es palpable y genera una gran empatía. Schygulla aporta una serenidad contrastante a la desesperación de Shane, y su personaje se convierte en un punto de anclaje emocional en la deriva de la historia.

El guion, adaptado de la novela de Jussi Adler-Olsen, es preciso y lento. No se apresura a revelar la naturaleza del "problema" que atormenta a Shane. Esta lentitud deliberada, aunque pueda resultar tediosa para algunos, es fundamental para crear la atmósfera opresiva que define la película. El viaje a Corea, un destajo repentino de la rutina, se siente como un intento desesperado de escapar, pero la inevitable vuelta a la realidad es un recordatorio cruel de la inminente tragedia. La película se centra más en el proceso psicológico de Shane, en su lucha contra la desesperación, que en la resolución del misterio. La idea de la exclusión social, de la invisibilidad de un hombre, es, a mi juicio, uno de los temas más poderosos que la película explora.

En resumen, “Problema cada día” es una experiencia cinematográfica perturbadora y profundamente reflexiva. No es una película para todos los públicos, pero para aquellos que aprecien la película que se arrastra lentamente, que se aferra a la oscuridad, que explora la fragilidad de la psique humana y las consecuencias devastadoras de la incomunicación, es una obra que permanecerá en la memoria con fuerza.

Nota: 7/10