Profecía maldita (1979)

“Profecía Maldita” (1986) es una película que, a primera vista, puede parecer un híbrido entre el western de supervivencia, el thriller ambiental y el thriller político. Sin embargo, la película de Charles B. Pierce logra ensamblar estos elementos con una elegancia sorprendente, aunque no siempre sin fisuras. El resultado es una experiencia visualmente impactante y atmosférica, que invita a la reflexión sobre la relación entre el hombre y la naturaleza, y sobre los peligros de la ambición desmedida. La ambientación, un paisaje agreste y sombrío de Maine, es prácticamente un personaje más, impregnando cada escena con un peso palpable de desolación y misterio.

La dirección de Pierce se distingue por su meticulosa atención al detalle y su dominio de la puesta en escena. La película se beneficia de un uso efectivo del color y de la luz, que refuerzan la sensación de aislamiento y opresión. La fotografía, en particular, es de una belleza inquietante, resaltando la inmensidad del bosque y la vulnerabilidad de los personajes que se aventuran en él. Pierce no se conforma con la acción directa; en cambio, construye la tensión gradualmente, utilizando el silencio, la espera y la sugestión para mantener al espectador en vilo. Hay un ritmo deliberado que favorece la inmersión en la historia.

El núcleo de la película reside en la actuación de Frederic Forrest como el doctor Rober Verne. Forrest ofrece una interpretación sutil y convincente, transmitiendo la tormenta interior de un hombre atormentado por su pasado y por su creciente conciencia de la gravedad de la situación. Su Verne es un personaje complejo, marcado por la duda y la responsabilidad, que lucha por mantener su integridad moral en medio de un conflicto que amenaza con desatar una catástrofe. A su lado, James Reading como el sheriff, aporta una presencia imponente y un punto de vista pragmático que contrasta con la sensibilidad del doctor. El reparto secundario, en su mayoría actores poco conocidos, contribuye a la autenticidad del entorno y a la sensación de comunidad en el pueblo.

El guion, adaptado de la novela de Thomas Liggett, es el punto más débil de la película. Si bien la historia es intrigante y plantea dilemas morales interesantes, la trama a veces se siente apresurada y carente de profundidad. El desarrollo de algunos personajes secundarios se siente superficial, y las motivaciones de ciertos villanos no están suficientemente exploradas. A pesar de ello, el guion explora temas relevantes como la destrucción del medio ambiente, la codicia corporativa y la pérdida de la identidad cultural, lo que le otorga una dimensión crítica y social. La película, en definitiva, se mantiene en un terreno ambiguo, cuestionando la justicia de las acciones de todos los personajes involucrados.

Nota: 7/10