Prom Night: Llamadas de terror (1980)

“Prom Night: Llamadas de terror” es una película que, en lugar de sorprendernos con innovaciones o terror genuino, opta por un disfraz de suspense psicológico que, aunque intencionado como una distracción, termina resultando ligeramente decepcionante. La premisa inicial, la muerte accidental de una niña durante una fiesta nocturna en un antiguo y abandonado colegio, es un punto de partida sólido, propicio para generar intriga y la sensación de que algo no está del todo bien. Sin embargo, el desarrollo de la trama se ve eclipsado por un ritmo pausado y, a veces, deliberadamente lento que, en lugar de construir tensión, solo induce a la frustración en el espectador.

La dirección de Ryan Craig, aunque intenta crear una atmósfera inquietante con la utilización de espacios vacíos y la iluminación tenue, carece de la audacia necesaria para realmente envolver al público. Hay algunos momentos visualmente efectivos – una escena particularmente perturbadora con la fotografía granulada y el sonido distorsionado – que, sin embargo, son aislados y no se integran en una estrategia narrativa coherente. El enfoque se centra más en el maquillaje y el diseño de vestuario, que, si bien cumplen su cometido de crear la apariencia de una noche de Halloween, no aportan elementos sustanciales a la experiencia cinematográfica. La película, en esencia, parece priorizar la estética sobre la sustancia.

El elenco, liderado por Lucy Capri, ofrece interpretaciones decentes, aunque el guion no les brinda muchas oportunidades para profundizar en los personajes. Capri, como la protagonista, demuestra una presencia convincente, transmitiendo la angustia y el miedo de una manera honesta. No obstante, los diálogos suelen ser torpes y poco naturales, lo que dificulta la conexión emocional con los personajes. La trama se basa en el suspenso y la revelación de secretos familiares, pero la ejecución de estos elementos es predecible y, en última instancia, poco original. Se recurre a clichés del género, como el protagonista que no cree en los fantasmas y el triángulo amoroso que complica la situación. El giro final, aunque supone un intento de sorprender, resulta demasiado inverosímil y, por lo tanto, pierde credibilidad.

En definitiva, “Prom Night: Llamadas de terror” es una película que cumple su cometido básico de ofrecer un entretenimiento ligero y moderadamente inquietante durante su duración. No obstante, su ritmo lento, la falta de profundidad en los personajes y la predecibilidad de la trama impiden que se eleve por encima del promedio. La película no ofrece nada de nuevo al género del terror adolescente y, en lugar de generar verdaderos momentos de terror, se limita a dar una ligera sensación de incomodidad. Es una producción que podría haber sido mucho más, pero que, en última instancia, se queda en un intento fallido de ser algo más que lo que es.

Nota: 5/10