Promise of Pisa (2019)

“Promise of Pisa” no es una película que te impacte con un evento trascendental o una trama vertiginosa. Es, en cambio, un retrato sutil y elegante de las complejidades familiares, las aspiraciones rotas y las heridas emocionales que se esconden tras la fachada de la clase alta. Dirigida con maestría por Charlotte Mertens, la película se mueve con la delicadeza de un vals, observando la vida de Samira y su hermano, Elias, en el corazón de un Amsterdam sofisticado y a la vez, profundamente marcado por la desigualdad. Mertens crea una atmósfera densa, casi opresiva, donde la belleza del entorno (la arquitectura, los interiores lujosos) contrasta con la realidad palpable de la exclusión y la pena.

La película se centra en Samira, interpretada de forma magistral por Fouad Laroui. Laroui aporta una autenticidad y vulnerabilidad que roban el corazón del espectador. Su actuación es notable por su sutileza, transmitiendo la lucha interna de una joven talentosa que busca desesperadamente aferrarse a su sueño de una carrera musical, todo ello a la sombra de la situación de su hermano. Samira no es un personaje simplista; su ambición, su frustración, su amor fraternal… todo está construido con cuidado, permitiéndonos comprender la complejidad de sus decisiones. Las actuaciones de todo el elenco son sólidas, pero es la interpretación de Laroui la que realmente eleva la película.

El guion, co-escrito por Mertens y Pieter Verhoeven, es quizás el punto fuerte de la película. Evita los clichés de la narrativa dramática, centrándose en la construcción de personajes y en la exploración de las relaciones familiares. La historia no se basa en grandes golpes de trama, sino en pequeños momentos de conexión, de tensión contenida y de silencios cargados de significado. El ritmo es pausado, lo que permite al espectador absorber la atmósfera y conectar con la realidad de los personajes. Sin embargo, en ocasiones, esta lentitud puede sentirse un poco prolongada, y se podría haber aprovechado para profundizar en algunos aspectos de la situación familiar. La película trata temas importantes – la pobreza, el sistema penitenciario, la discriminación – pero lo hace de una forma muy personal y sin moralizar, dejando al espectador reflexionar sobre las causas y consecuencias de la desigualdad.

La dirección de Mertens, como ya he mencionado, es excepcional. Utiliza la cámara con gran sensibilidad, creando planos que son a la vez hermosos y perturbadores. El uso de la luz y el color es particularmente efectivo, contribuyendo a la atmósfera melancólica de la película. La banda sonora, compuesta por Sander Vergeer, complementa a la perfección la narrativa visual, con piezas que evocan tanto la esperanza como la desilusión. “Promise of Pisa” no es una película para todos los gustos, pero para aquellos que aprecien el cine reflexivo y contemplativo, es una experiencia gratificante que te acompañará mucho después de que los créditos hayan terminado de rodar.

Nota: 7/10