El primado de Polonia (2022)

“El primado de Polonia” es una película de biografíca impactante, que no solo narra la vida de Stefan Wyszynski, sino que teje una compleja red de relaciones personales y políticas que culminan en un momento crucial de la historia europea. La película, dirigida con notable sensibilidad por Marek Jancowicz, se enfrenta al desafío de condensar un largo y significativo periodo vital en apenas unas horas de duración, y en gran medida, lo logra con éxito. La pieza central del drama reside en la capacidad de Wyszynski para mantener la fe y la resistencia frente a la opresión comunista, convirtiéndose en un faro de esperanza para Polonia y, de alguna manera, en un catalizador del cambio de poder a nivel internacional.

La dirección se distingue por un tratamiento visual elegante, que oscila entre la austeridad de los ambientes polacos de la época y la majestuosidad de la Iglesia Católica. Jancowicz evita caer en el melodrama excesivo, apostando por un ritmo pausado que permite al espectador conectar emocionalmente con el personaje y comprender la carga de responsabilidad que Wyszynski soportaba. La banda sonora, a menudo sutil pero siempre efectiva, complementa la narrativa visual y emocional, acentuando los momentos de tensión y esperanza. Sin embargo, a veces, el enfoque en la contemplación puede ralentizar el desarrollo narrativo, especialmente durante las escenas diplomáticas que, aunque importantes, podrían haberse abordado con mayor dinamismo.

El núcleo de la película reside en la interpretación de Piotr Adamczyk como Stefan Wyszynski. Adamczyk ofrece una actuación honesta y convincente, transmitiendo la complejidad del personaje: un hombre profundamente religioso, inteligente, diplomático y, al mismo tiempo, atormentado por sus responsabilidades y el futuro de su país. La química entre Adamczyk y los actores que interpretan a figuras clave de la Iglesia y el gobierno polaco es notable, lo que aporta credibilidad y profundidad a las interacciones que impulsan la trama. En particular, la presencia de Marcin Dorociński como el joven Karol Wojtyla, futuro Papa Juan Pablo II, es crucial para entender la dinámica familiar y la influencia temprana que se establece en el personaje de Wyszynski.

El guion, aunque generalmente sólido, presenta algunas áreas que podrían haberse pulido. Si bien la película consigue transmitir la atmósfera opresiva del régimen comunista y el espíritu de resistencia polaco, en ocasiones la profundidad de los diálogos y las motivaciones de los personajes secundarios se ven eclipsadas por la monumentalidad de la figura de Wyszynski. Se podría haber explorado con mayor detalle el impacto de las decisiones políticas de Wyszynski en la vida cotidiana de los polacos y en su relación con la Iglesia. No obstante, el ritmo y el enfoque en la figura central son, en última instancia, decisiones acertadas que priorizan la emoción y el impacto de la historia.

Nota: 7.5/10