Protocolo (1984)

“Protocolo” es una comedia que, si bien no logra la grandilocuencia que sugiere su título, ofrece un entretenimiento ligero y ocasionalmente sorprendente. La película, bajo la dirección de Michael Winterbottom, se apoya en un concepto original: Sunny (Winona Ryder), una camarera con una visión del mundo peculiar y una marcada falta de sofisticación, se ve catapultada a la vida de alto protocolo tras una intervención inesperada. No es una obra maestra, pero consigue una atmósfera peculiar que, a pesar de sus limitaciones, mantiene al espectador enganchado, principalmente gracias a su protagonista.

Winona Ryder, en un papel que parece diseñado especialmente para ella, aporta una vitalidad y un encanto contagioso a la icónica Sunny. Su interpretación es sutilmente irónica, revelando las frustraciones y la falta de recursos de una mujer que se encuentra en un entorno social completamente ajeno a su experiencia. Ryder no se limita a una representación caricaturesca; explora las vulnerabilidades de Sunny, su ingenio y su genuina incapacidad para comprender las complejidades del poder y la diplomacia. A su lado, la actuación de Walton Goggins como el ambicioso y despiadado diplomático, Richard Sullivan, es sobresaliente. Goggins construye un personaje complejo, ambiguo y profundamente perturbador, un hombre obsesionado con el éxito y la influencia, dispuesto a todo para alcanzar sus objetivos. La dinámica entre Sunny y Sullivan es el núcleo de la película y, sin duda, la parte más interesante.

El guion, adaptado de la novela homónima de Fran Peirs, es, sin duda, el punto más débil de la película. Si bien la premisa inicial es intrigante, la trama se desvía en varios momentos, introduciendo elementos innecesarios y perdiendo el ritmo. La comedia, a menudo forzada, no siempre encaja con la situación y algunos diálogos resultan poco convincentes. Sin embargo, Winterbottom logra mantener un tono distintivo, utilizando la cámara de manera efectiva para capturar el ambiente opulento y a menudo surrealista del mundo del protocolo, con planos que enfatizan la desconexión entre Sunny y su entorno. La película, en general, se siente como un experimento cinematográfico más que como un guion pulido, un aspecto que, paradójicamente, contribuye a su singularidad.

A pesar de sus fallos, “Protocolo” ofrece una reflexión sobre la corrupción, el poder y la dificultad de adaptarse a un mundo que no te pertenece. La película no busca ofrecer respuestas fáciles, sino más bien mostrar los dilemas morales y las consecuencias de la ambición desmedida. Si bien no llega a ser una obra imprescindible, el personaje de Sunny y la interpretación de Winona Ryder la convierten en una experiencia cinematográfica singular, que invita a la reflexión y que, en definitiva, ofrece un entretenimiento de lo más peculiar.

Nota:** 6/10