“Puertas al Infierno” (Hellhole) no es un thriller sobrenatural que te haga saltar del asiento, sino una lenta e inquietante exploración de la desesperación y el peso del pasado. Dirigida por Michael Feiglin, la película se instala en el remoto pueblo de Devil’s Gate, Dakota del Norte, un lugar que inmediatamente transmite una atmósfera de aislamiento y fatalidad. La elección de la localización es, de hecho, una de las mayores fortalezas de la película; el paisaje desolado y la arquitectura decrépita de la ciudad sirven para amplificar el sentimiento de encierro y la sensación de que algo terriblemente corrupto se esconde bajo la superficie.
La trama, centrada en la investigación del FBI sobre la desaparición de Maria y su hijo, se desarrolla con un ritmo deliberadamente pausado. No hay sobresaltos fáciles ni giros argumentales que intenten engañar al espectador. En cambio, la película se concentra en el desarrollo del personaje de la agente del FBI, Sarah, interpretada con una notable sutileza por Rachael Winslow. La agorera, atormentada por su propio pasado, se sumerge en el caso, pero su propia lucha interna y su necesidad de redención se entrelazan con la investigación. Winslow consigue transmitir la fragilidad emocional de Sarah, la duda, el miedo y la creciente certeza de que el verdadero monstruo no es el esposo de Maria, sino algo mucho más oscuro.
La dirección de Feiglin es precisa y contemplativa. Se centra en los detalles, en la fotografía grisácea que evoca la melancolía, en la composición de los planos que generan tensión. Las escenas en las que se exploran las puertas abandonadas del pueblo son particularmente impactantes, representando los caminos que se han cerrado, los secretos enterrados y las oportunidades perdidas. Sin embargo, el guion, aunque atmosférico y bien construido, carece de la profundidad y el desarrollo que podría haber elevado la película. Los personajes secundarios son esquemáticos, y las explicaciones sobre el origen de la maldición que asola Devil’s Gate son vagas y poco convincentes. Se sienten como elementos adicionales para construir la atmósfera, más que como verdaderos pilares de la narrativa.
A pesar de sus deficiencias, “Puertas al Infierno” es una película que te queda en la mente. La atmósfera opresiva y el juego de luces y sombras, combinados con la actuación sólida de Winslow, logran crear una experiencia inquietante y perturbadora. La película no ofrece respuestas fáciles ni soluciones claras, dejando al espectador con la sensación de que algunos misterios son intrínsecamente imposibles de resolver. Es una película que premia la paciencia y la capacidad de sumergirse en un ambiente de desesperación y olvido. No es un thriller de terror tradicional, sino un estudio psicológico sobre el impacto del trauma y la búsqueda de la redención.
Nota: 6.5/10