Pulau (2023)

“Pulau” (The Island) es una experiencia cinematográfica que se queda en la memoria, no por su brillantez técnica o revolucionarios efectos especiales, sino por la atmósfera de claustrofobia y terror psicológico que logra generar. La película, dirigida por Michael Cristofer, se aleja de las fórmulas más convencionales del género de terror, optando por un relato lento y deliberado que se construye con la tensión, el suspense y un elemento de horror existencial que, en última instancia, resulta mucho más perturbador que cualquier monstruo resucitado de la pantalla.

La historia se centra en un grupo de amigos jóvenes que, en busca de una escapada de fin de semana, se ven envueltos en una serie de eventos que los condenan a una isla aislada. Su imprudencia y la búsqueda de la diversión se traducen en una tragedia cuando accidentalmente desentierran un pasado oscuro y liberan a una entidad maligna. La película no se centra en la acción espectacular; en cambio, explora la fragilidad de la condición humana, la culpa y las consecuencias de nuestras acciones. El guion, a cargo de Cristofer y Matthew Kennedy, es magistral en la forma en que entrelaza la leyenda local con la realidad de los personajes, creando una sensación de que el mal está arraigado en la propia isla.

La dirección de Cristofer es particularmente notable. Él maneja el ritmo de la película con maestría, alternando momentos de calma inquietante con explosiones de horror que son, en parte, producto de la desesperación de los protagonistas. El uso de la luz y la sombra, la fotografía y el diseño de producción contribuyen a crear una atmósfera opresiva y onírica. La banda sonora, sutil pero efectiva, acentúa la sensación de peligro inminente. La isla misma se convierte en un personaje, una presencia amenazante que se cierne sobre los personajes.

Las actuaciones son sólidas. La joven Ruby Rose, como la protagonista, ofrece una interpretación convincente y transmite la creciente desesperación y el miedo de su personaje. El reparto en general, compuesto por jóvenes actores relativamente desconocidos, se adapta bien a los roles y aporta credibilidad a la historia. Sin embargo, el verdadero peso dramático recae en el personaje interpretado por el veterano Ben Mendelsohn, quien aporta una mezcla de vulnerabilidad y determinación que le permite escalar el nivel de la tensión. Su evolución a lo largo de la película es uno de los elementos más satisfactorios.

En definitiva, “Pulau” es una película que se queda contigo después de que los créditos finales. No es un espectáculo de miedo con jumpscares baratos, sino un drama psicológico inquietante que explora los límites de la cordura y la moralidad. Es un horror que se siente en el alma, y que, a pesar de su duración, se puede considerar una experiencia cinematográfica muy recomendable para los amantes del suspense y el cine que busca ir más allá de lo superficial.

Nota: 8/10