“Pulse (Conexión)” es una película que no busca asustar con efectos especiales grandilocuentes, sino que se instala en un terror psicológico sutil, inquietante y, en última instancia, profundamente perturbador. Adaptación, con notable fidelidad, de la obra japonesa de Kiyoshi Kurosawa, la película explora la fragilidad de nuestra conexión con el mundo real a través de una premisa aterradora: la posibilidad de que nuestra dependencia tecnológica nos abra la puerta a una dimensión infernal. La idea, en sí misma, es provocadora y se presta para la reflexión sobre los peligros de la hiperconexión en la era digital. Sin embargo, la película no se limita a la mera idea, sino que la transforma en una experiencia visceral.
La dirección de Ilya Paranov es impecable. Se evita la sobreexposición visual, optando por un estilo visual oscuro, melancólico y deliberadamente austero que acentúa la sensación de aislamiento y pérdida que impregna la narrativa. Paranov crea una atmósfera densa y opresiva, donde la iluminación tenue y los planos largos contribuyen a la sensación de desasosiego. Observamos la película con una lentitud calculada, dejando que la tensión se acumule gradualmente hasta alcanzar un punto de ineludible angustia. No es una película rápida; se permite que el horror se filtre en la conciencia del espectador, como un virus silencioso.
Las actuaciones son sobresalientes. El grupo de jóvenes que conforman la resistencia, liderados por los hermanos Elias y Benji (interpretados con una vulnerabilidad conmovedora por los hermanos), son convincentes en su desesperación y confusión. Su interpretación, honesta y natural, contrasta fuertemente con la frialdad y la distancia de los seres que emergen de la red, lo que aumenta el impacto emocional de las escenas. El actor que da vida a Ethan, el joven que se obsesiona con la conexión, aporta una fuerza perturbadora a su personaje, su creciente paranoia y su desesperación son palpables. No se trata de monstruos físicos, sino de algo mucho más insidioso: la invasión de lo desconocido en lo cotidiano.
El guion, adaptado fielmente de “Kairo”, es el núcleo de la película. La historia no depende de sustos repentinos, sino de una construcción gradual y metódica de la realidad. La relación entre la conexión y la pérdida de la vida, la ambigüedad de la tecnología y el concepto de "alma" son temas que se exploran con una profundidad sorprendente. El guion consigue transmitir la sensación de que lo que realmente estamos perdiendo no es solo vidas, sino también la capacidad de distinguir entre lo real y lo ilusorio. La película plantea preguntas incómodas sobre nuestra relación con la tecnología, la muerte y la identidad. El final, abierto a la interpretación, es particularmente impactante y deja al espectador con una sensación de inquietud persistente.
Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. No es una película fácil de ver, pero sí una experiencia cinematográfica inolvidable que merece ser vista y reflexionada. “Pulse (Conexión)” confirma el talento de Ilya Paranov como director y establece a sus protagonistas como actores en ascenso, siendo un sólido ejemplo de terror psicológico moderno.
Nota: 8/10