Punto de restauración (2023)

“Punto de restauración” es una obra que, en su concepción, es tremendamente ambiciosa, y en su ejecución, aunque no del todo impecable, logra mantenerte en un estado de inquietante reflexión. La película, dirigida por Jan Světlák, plantea un escenario distópico, pero no el habitual y apocalíptico que suele asociarse a este género. Aquí, la humanidad no se enfrenta a la extinción, sino a un dilema ético y filosófico mucho más sutil: ¿tenemos derecho a retroceder? La premisa de 2041, donde la "vida plena" se puede recuperar a partir de una copia de seguridad digital de la personalidad, es inmediatamente intrigante y actúa como un potente catalizador para la trama.

La dirección de Světlák es notable por su atmósfera opresiva y su uso deliberado de la iluminación para subrayar el estado emocional de los personajes. El uso del color es minimalista, favoreciendo la paleta grisácea de la ciudad y el contraste entre la tecnología brillante y la desesperación de los individuos. Sin embargo, a veces, la fotografía, aunque técnica, parece un poco fría, perdiendo la oportunidad de sumergir aún más al espectador en el ambiente. El ritmo, en general, es pausado, permitiendo la construcción de personajes complejos y dando tiempo a la reflexión, aunque podría beneficiarse de momentos más dinámicos.

El núcleo de la película reside en las actuaciones, especialmente en el papel de Martin, interpretado con una vulnerabilidad palpable por Petr Svoboda. La evolución de su personaje, desde un hombre aparentemente apático ante la pérdida de su esposa hasta un ferviente defensor de la restauración, es el motor principal de la historia. Su tormento interno, la culpa y la lucha por comprender su propia moralidad son retratados con una autenticidad que, en muchos momentos, resulta conmovedora. Las secundarias actuaciones, aunque menos destacadas, contribuyen a la riqueza del mundo creado, mostrando las diferentes perspectivas y motivaciones de los ciudadanos ante esta nueva tecnología.

El guion, escrito por Světlák y Tomáš Vráb, presenta un planteamiento profundo y complejo. No se entrega una respuesta fácil a la pregunta fundamental planteada. La película explora las consecuencias psicológicas de la restauración: la pérdida de identidad, la repetición de errores, la dependencia de la tecnología. Lejos de ofrecer una moraleja moralista, la película se centra en la relatividad de la justicia y en la dificultad de definir qué significa realmente "vivir plenamente". Se introducen dilemas morales difíciles y se cuestiona si la capacidad de volver a empezar justifica el abandono del pasado. La película, a pesar de sus ideas brillantes, tiene algunas lagunas narrativas y podría haber profundizado más en algunos de los personajes secundarios, pero la ambición del tema y la dirección artística compensan estas carencias.

Nota: 7.5/10