Purasangre (2018)

“Purasangre” (Bloodline), la última propuesta de Guillermo del Toro, es una película que nos obliga a confrontar la ambigüedad moral y la oscuridad que se esconde bajo la superficie de la aparente normalidad. No es una obra maestra en el sentido tradicional, pero sí una experiencia perturbadora y que permanece en la memoria, principalmente por su atmósfera y la forma en que explora temas complejos.

La película se centra en las vidas de Clara y Sofía, dos amigas adolescentes que, tras un largo período de distanciamiento, se reencuentran en el remoto y aislado pueblo de Haven, Connecticut. La promesa de un nuevo comienzo y la búsqueda de respuestas a problemas personales los llevan a un lugar donde el pasado y la tradición se entrelazan con un horror ancestral. Del Toro, a diferencia de su habitual ejercicio de fantasía, aquí se adentra en la narrativa del terror psicológico, construyendo una tensión constante que se intensifica a medida que la verdad se va revelando. La dirección es, en general, impecable, aunque a veces el ritmo se ralentiza innecesariamente, permitiendo que la atmósfera opresiva se acumule sin un detonante claro. El uso del blanco y negro, combinado con toques de rojo, contribuye a la sensación de incomodidad y desesperación.

Las actuaciones son sólidas, especialmente las de Alicia Vikander y Hannah Herzberg como Clara y Sofía, respectivamente. Vikander transmite con maestría la creciente paranoia y vulnerabilidad de su personaje, mientras que Herzberg ofrece una interpretación sutil pero profundamente inquietante de una mujer atormentada por secretos familiares. El resto del elenco secundario, aunque con menos protagonismo, cumple su cometido con eficacia. Sin embargo, la película se apoya más en la inmersión atmosférica que en diálogos grandilocuentes; el guion, escrito por Del Toro y Bo Thorne, se centra en la construcción del misterio y la creación de suspense, a veces sacrificando la profundidad de los personajes y la complejidad de las motivaciones.

El guion, aunque efectivo para generar sus efectos, presenta algunos momentos de contrición. La exploración de la historia familiar, la figura de la "sangre pura" y la justificación de los actos violentos puede resultar forzada y, en ocasiones, maniquea. Del Toro utiliza el horror como herramienta para reflexionar sobre el peso del pasado y la influencia de los antepasados, pero la película a veces se pierde en un discurso moralizante, renunciando a la ambigüedad que suele ser una de sus señas de identidad. La película aborda temas como la histeria colectiva, la obsesión por el linaje y la relación entre la tradición y el crimen, pero no ofrece respuestas fáciles o soluciones claras. En lugar de un juicio moral, nos deja con preguntas inquietantes y la sensación de que la maldad puede arraigar profundamente en el ser humano.

A pesar de sus defectos, "Purasangre" es una película que merece la pena ver por su atmósfera opresiva y su capacidad para generar inquietud. No es un espectáculo de horror para pasar el rato, sino una experiencia visceral que nos obliga a cuestionar nuestras propias creencias y a confrontar la oscuridad que se esconde en nuestro interior. Es un Del Toro menos espectacular, más introspectivo y, en última instancia, más perturbador.

Nota: 7/10